Hablan los que escriben. Hoy responde: Federico Falco


por Walter Lezcano

Cuando se habla de Falco se lo nombra para ubicarlo dentro del estante "nuevos narradores cordobeses". Ok, a la mierda con eso. El tipo es un gran escritor y punto. Acá y en cualquier lado. Yo lo empecé a leer con Made in China. Me lo pasó Funes, que cuando no estamos buscando soluciones para el problema "estar en pareja sin perder la cordura ni la dignidad" chamuyamos de libros. En fin, le pregunté:
-¿Leíste algo de Falco?
-Sí, guachín. Mandate esto que la rompe.
Me alcanzó Made in China. Y, sí, era cierto. Alto libro. Luego vino La hora de los monos , también prestado porque soy pobre e inquieto y tengo amigos muuuuy cultos, y la cosa ya tomó otro color. Quiero decir, ¿viste cuando te dás cuenta que estás leyendo algo que te deja turulato y sobrepasa el mero pasarla bien, que notás que hay un laburo mayor que el del buen artesano? Bueno, esa sensación tuve. Hay un chabón entre nosotros, que habita este mundo igual que vos y que yo, un contemporáneo, que está construyendo una obra muy grosa. Si no me creen, ahí están los libros.
En breve saca un nuevo: Cielos de Córdoba, con otra gran editorial, ¿a quién carajo le importa saber de dónde?: Editorial Nudista. Voy a ponerme las pilas para conseguirlo.


Locos lindos, hoy responde Federico Falco.

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

No me acuerdo. Leer solo, sin ayuda de nadie, supongo que alguno de la colección Billiken. Azabache, o Sandokan o alguno de esos.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?

Jurassic Park, de Michael Crichton

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?

Uno de los Hardy Boys, "El misterio de los contrabandistas". Mas que "robarlo", preferí nunca devolverlo y negar que lo tenía yo.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

A los trece o catorce escribí una novelita llena de yates y familias ricas como las que pululaban en los libros de Sidney Sheldon. Un poco antes, había leído El exorcista, de W.P. Blatty y había escrito un cuento largo que terminaba con el protagonista crucificado por error.

5- ¿Qué necesitas para ponerte a escribir?

Silencio, el mate y cierta lucidez mental que no todos los días asoma.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?

Yo no lo recuerdo, pero una amiga dice que en cuarto grado escribí una versión libre de Caperucita Roja donde la abuela moría de gangrena que causó cierto revuelo en el curso.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?

Un cuento que ganó alguna mención en un concurso organizado por la Editorial Colihue. Parte del premio era aparecer en una antología. Es un cuentito obviamente influenciado por la lectura de Cortázar, pero me parece ingenioso y le tengo cariño.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?

Corrijo y reescribo una novela.

9-Un libro imperdible
Mi idea de un libro imperdible varía con las épocas. También es difícil elegir solo uno. Si me obligan, hoy diría El sonido y la furia, de Faulkner.

10-Una definición de escritor

Una cosa es saber escribir y otra, ser escritor. Uno puede escribir excelentes poemas, cuentos perfectos, novelas entrañables y no ser escritor. Escribir (como leer) es algo del ámbito de lo íntimo, de lo solitario, incluso, un poco, de lo secreto. Ser escritor, en cambio, parece ser algo más mundano, más ligado a los usos sociales, a la creación de un personaje, a la circulación de lo público.

Gracias, Federico.


Diario de un editor del conurbano. Seis


11:42

Estoy muy engripado. El jueves empezaron los dolores de garganta y la congestión. Algo leve. Ayer esas historietas empeoraron. Llevar HUMO al Festipulenta en ese estado no ayudó a
mejorar. Pero tenía que hacerlo, había invitado gente, armé el flyer. Estuvo bueno. Se vendió algo, conocí un para de gente copada y nos juntamos los de siempre.

Quería ir a un cumple hoy. No va poder ser. Tengo que hacer cama, estoy hecho bolsa. Sobre todo la garganta.

Nos invitaron a Rosario para la feria del Festival de poesía 2011. Alegría descomunal. Cuando pueda me pongo hacer libros.



Nos vemos allá, bellezas.
Abrazo y que sigan bien.

Próxima parada de la Gira Aceitosa 2011


Llevamos nuestros libros
y alegría, loco,
que no es poca cosa, eh.
Nos vemos allá entonces.
Abrazo y que sigan bien.

Diario de un editor del conurbano. Cinco

18:10

Llueve. El domingo terminé de corregir mi novelita. Espero que le guste a alguien. Que se publique en algún lugar.
El libro de Martina está terminado, ya me lo mandó y fue un alegrón cuando lo vi en mi casilla. Por ahí le ponemos tapa roja, un rojo fuerte que muestre que las minas son lo más y pueden hacer todo, incluso escribir un libro de cuentos de la concha de la lora.
Martina viene en diciembre, así que lo vamos a presentar en esa fecha.

Está lo de Paula también. Espero que ya me mande el libro para hacer unas pruebitas y experimentos de cómo van a quedar sus poemas en la página. De paso lo llevamos a Rosario, si es que nos vamos para allá. Espero que sí, porque una de las mejores cosas que pasan es viajar, presentar un libro, ir a buscar lectores y compradores de libros en otros lados.

Sigue lloviendo. Patri cose algo para teatro mientras mira la tele. En un rato me voy a radio. Mejor sigo corrigiendo las pruebas de los pibes.

El gusto del vidrio


by Walter Lezcano

Mi padrastro me había echado de casa porque, otra vez, me había quedado sin trabajo. Quería que yo aporte para los gastos y sin laburo no tenía guita como para arrimarle una moneda. No puedo bancarlos a todos, me dijo. “Todos” éramos mi vieja, mi hermanito recién nacido, él y yo. Le conté a Sol cómo venía la mano y ella, casi sin pensarlo, me dijo venite a casa.

Y la seguí. Me sorprendió esa decisión, esa manera de resolver el bardo en dos patadas. Hacía poco que nos veíamos y, la verdad, no pensaba en ella como mi novia ni nada parecido. Era una minita que me daba cabida y nada más, y estaba buenísimo que pasara eso. Pero ella puso los puntos y se la jugó: marcó la cancha y yo me tuve que poner a tiro con esta nueva situación.

Cuando llegué a la casa fue raro porque nunca me habían presentado como novio frente a ninguna familia y era la primera vez que los vería. Yo estaba parado en el living con una bolsa de consorcio en la que tenía dos remeras, un pantalón de jean y un calzoncillo. Eso era todo. Miraba la pared y las fotos colgadas: todas del papá de Sol, al que habían matado en un robo al banco en donde él era seguridad. Mamá ya viene, me dijo y yo me puse nervioso porque miré cómo estaba vestido: jogging, remera y unas Topper negras con un agujero en el talón. Si me hubiese puesto el jean… Pero ya no daba para pensar eso. ¿Te querés sentar?, me dijo Sol y le contesté que sí. Era más cómodo esperar de esa manera. Cuando me acomodé en un sofá amarillo, se escuchó el ruido de la reja de entrada. Mamá, dijo Sol.

La mamá de Sol se llamaba Graciela y me saludó lo más bien. Miró la bolsa de consorcio, me preguntó cuántos años tenía y de dónde conocía a Sol. Después, se fueron a la pieza a hablar: madre e hija. La madre iba adelante y Sol se dio vuelta y me hizo un gesto que quería decir “quedate tranquilo que va estar todo bien”.

Cuando salieron, la madre fue directo a la cocina, sin mirarme. Sol vino hacia mí con una sonrisa. Yo no sabía muy bien cómo sentirme. La abracé y le dije al oído gracias, mi amor. Era la primera vez en mi vida que pronunciaba esa palabra: amor.

Me mostró la pieza donde íbamos a dormir. Había un ropero, una tele de veintiún pulgadas, una cajonera y dos camas de una plaza. Una era de la hermana. Dame tus cosas, me dijo Sol, y le alcancé la bolsa. Abrió un cajón, sacó ropa interior de mujer hasta vaciarlo y la puso en otro, después metió mis cosas en el cajón vacío. Ya está, dijo y sonrió, ¿Qué te parece?, me preguntó abriendo los brazos. Joya, dije.

La primera noche en la pieza me sentí reincómodo porque apenas entrábamos en la cama y teníamos que estar de costado, esa posición me excitaba un poco, pero no podíamos hacer ninguna porque Melany estaba bien despierta mirando tele. Cuando la vi, Sol la presentó: es mi hermana, le dije hola y ella no me contestó, me miró y se acostó en su cama a escuchar música con el celular. Sol me dijo es así, vas a ver que te vas a llevar bien con ella.

Melany se quedó mirando las repeticiones de canal nueve hasta las cinco de la mañana. Sol dormía y yo sólo tenía los ojos cerrados. Recién cuando la apagó pude dormir.

Cuando me desperté, Sol ya se había ido a trabajar. Me fijé la hora y eran las doce y media. Me vestí, fui al baño, me lavé la cara y cuando quise cepillarme los dientes me acordé de que no tenía mi cepillo. Usé uno verde que decía Eze con liquid paper. Después, volví a la pieza, pero no pude entrar porque la puerta estaba con llave. Golpeé un par de veces hasta que me di cuenta de que Melany no me iba abrir. Entonces me fui a la casa de un amigo.

Volví a la nochecita y la encontré a Sol en la puerta. Hola, le dije, y ella me preguntó ¿vos usaste el cepillo de dientes verde? Sí, contesté. ¿Por qué no me avisaste que no tenías? Yo te compro.

Ahí supe que Eze era Ezequiel y también su hermano y que cuidaba sus cosas a full y no se bancaba que nadie se las toque. Armó quilombo con mi vieja, hay que tener cuidado con esas cosas, me dijo Sol preocupada. Disculpá, le dije sin saber qué hacer. Aguantamos acá hasta que se calme, dijo Sol, y nos quedamos en la vereda prestando atención a lo que gritos de Ezequiel a Graciela, hasta que escuchamos que dijo que no me toque nada más, eh. Después escuchamos un portazo y nos dimos cuenta de que Ezequiel se había metido en su pieza.

Cuando papá murió, Eze se tuvo que hacer cargo de todo, me contó despacito al oído Sol cuando estuvimos en la cama. No es malo, pasa que es muy cuidadoso con sus cosas y eso se lo respetamos porque es el hombre de la casa, ¿viste? Se puso la familia al hombro en las malas y nos bancó un montón. Hasta tuvo dos trabajos para poder mantenernos a nosotras tres. Después, mamá se recuperó de la depresión que tenía y consiguió trabajo y Eze pudo dejar uno y estar más liviano. ¿Me dejás dormir?, gritó Melany, y Sol le contestó ésta es mi pieza también, cuando mirás tele hasta tarde nadie te dice nada, pendeja. Má, Sol no me deja dormir. Al toque, Graciela abrió la puerta y nos encaró de una, ¿qué pasa, Sol? Nada, má, dijo Sol. Cuando se fue, cerramos los ojos y Melany prendió la tele...


...sigue en Revista Cítrica

Todos los leones van al cielo.

Lo nuevo de La Funesiana


20.05 horas

jueves 4 de agosto de 2011
Centro Cultural El Mordisquito
Por Lucas Oliveira

*
No les vengo a hablar de mí. No les vine a hablar de mí. De hecho, no vine para charlar. No hay nad más… cómo se dice… ¿mersa?, ¿grasa?, que charlar. Charlar es como “chusmear” pero en la Embajada de Japón y con canapé de por medio, una rastra de empleaduchas de 6 hs diarias 5 x 2, buscando novio para escapar de la familia.
Nah, no vine a charlar. Vine a leer. Los quiero adoctrinar, contarles del germen Funesiana.
¿Qué es una doctrina, hoy en día?
¿Qué hacemos con las ideas?
¿Cuánta gente hay acá esta noche? ¿Veinte, treinta, cincuenta, cien?
No sé, no vine a contarlos, no vine a charlar, vine a infectarlos. Porque no tengo otra intención, esta noche, que la de abrirles los ojos, despertarlos del sueño y mostrarles la oscuridad que los rodea.

¿Cómo andás, che? ¿Tus cosas? ¿Tu familia? ¿Seguís de novia-para-casarte? ¿Y vos, che? ¿Laburando tu primer millón? ¿Ah, también de novio-para-casarte? ¿Haciendo lo que te dicen que tenés que hacer, che? Siempre fuiste medio conejito, vos. Te despertás pensando en lo que hiciste bien y lo que hiciste mal el día anterior. Te alegrás porque vas bien, te entristecés porque vas mal. ¿Seguís igual? Seguís igual, ¿no? La misma lógica. ¿La misma lógica? Tus padres deben estar muy contentos, ¿verdad?
Ah, se murieron.

Qué suerte, ¿no? No, no, los míos siguen vivos pero para qué mencionar sus problemas.

¿Nunca te despertaste pensando hoy voy a hacer algo bueno?
Hoy voy a mejorar el mundo.
Hoy voy a demostrarle a esa personita que la amo con todo mi corazoncito y que juntos podemos ir de la mano y enfrentar los vaivenes de esta vida tremebunda, misteriosa y maravillosa.

Sí, ¿no? Hermoso. Divino el momento en el que uno cae en la cuenta de que se pueden hacer cosas lindas por el prójimo.

¿Y nunca te despertaste diciendo hoy voy a matarlos a todos, por hijos de puta, chupaculos, ignorantes, falsos y mediocres? ¿Sí?
No, ¿no?
¿Nunca probaste llamar por teléfono, un número al azar, y llenar de insultos a la persona que te atiende porque sí? No, ¿no?

Hoy voy a empeorar el mundo.
Hoy voy a lastimar a más gente que ayer.
Hoy voy a defraudar a alguien.

Tampoco, ¿no? ¿Para qué mierda se levantan todas las mañanas? ¿Vos dormís de día? ¿Hay una razón para levantarte? Vos, ¿tenés una razón? Vos. Eso siempre me interesó, qué respuesta me das si te pregunto por qué te levantás todos los días. Yo encuentro que adoctrinarlos es una buena razón. A todos. Darles de comer ideas. Ideas absurdas, que no van a recordar después del primer pornoco que te encontrás, el primer sorbo del café. Tengo un sinfín de ideas que si tuviera delirios de grandeza y un psicótico poder de voluntad te arruinaría la vida. Te juro. O por ahí te la mejoro, ¿no? Sí…
¿Seguís diciendo ya me van a conocer el día que muestre esta idea y les cambie la forma de pensar? ¿Seguís pensando que te van a ir a buscar? ¿Sabés a qué viniste acá?
No te lo esperabas, ¿eh? Claro, vos pensaste “voy a la presentación de un libro, qué puede pasar”. ¿No te cansaste de hacer todo lo que te dicen que tenés que hacer?

¿Vas a comprar el libro? Vas a comprar el libro. Vas a comprar el libro.
No importa si comprás el libro, ¿sabés? Este libro se vende solo. Este libro se lee solo. No importa si hablás de Enrique después de leer el libro, ¿sabés? Lo importante es que lo nombres. Enrique Rivas, Enrique Rivas, Enrique Rivas. Lo importante es que mañana te pregunten por Los nietos del carnicero y vos digas: “…los nietos del carnicero… yo lo tengo… muy bueno.”
¿Sabés lo que importa? Que estás acá. Que venís hasta acá, te reís, enojás, prestás tu oreja, tocás los libros. ¿Vos sabés qué estarías haciendo si no estuvieras acá?
A ver: pensá. ¿Qué estarías haciendo si no estuvieras acá?
Pensá. Diez segundos. Dale.

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¿Pensaste?
Gracias. Y gracias por venir, por elegir acá, el Mordisquito, conocer un lugar nuevo, aprenderte una dirección, el cómo llegar, memorizar algunas caras, detalles. Ya está.
No dolió, ¿viste? Esto de ser infectado, no dolió, ¿viste? Ahora estás infectado. Tenés un germen que está paseando por tu cuerpo, reconociendo tu cuerpo, las esquinas, las zonas oscuras. ¿Qué vas a hacer ahora que tenés la enfermedad? No estás solo, te digo.
Y ojo, que tenés suerte: te tocó un Enrique Rivas. Te tocó Los nietos del carnicero.
Podrías estar en la presentación de otro libro y eso… eso sería mucho peor.