La internacional extremista


Poesía visual o narrativa desquiciada se conectan en el catálogo del sello de los hermanos Manuel y Ezequiel Alemian, la Editorial Spiral Jetty, donde ya publicaron César Aira, Fernanda Laguna y Pablo Katchadjian, entre otros.

POR WALTER LEZCANO



Desasosiego, incertidumbre, estupor, y, por supuesto, una profunda curiosidad son algunos de los estados que puede atravesar un lector que abra alguno de los títulos de la editorial Spiral Jetty. Resulta que asume un riesgo: encontrarse con algo inclasificable. Por ejemplo: en las páginas dieciocho y diecinueve de El libro blanco de la revista Time, de Ezequiel Alemian (Buenos Aires, 1968), no hay nada. Están en blanco. No son errores de edición ni de imprenta: es decisión del autor. De esta manera, y con todos sus libros, Spiral Jetty logra tensar las posibilidades del sentido para expandir la tolerancia de los lectores a la experimentación, al juego y a lo impredecible. Para una editorial independiente que saca plaquetas que no superan las cuarenta páginas, eso es todo un logro.

Al frente de Spiral Jetty están Ezequiel y Manuel Alemian: hermanos y escritores. Dos tipos que vienen transitando hace ya bastante tiempo el camino de la escritura en todas sus formas: desde el periodismo cultural, hasta la publicación de sus propios libros de narrativa y poesía en editoriales como Vox, La cartonerita solar, Paradiso y Eloísa Cartonera, entre otras. Ahora tienen su propia editorial, ahora son los dueños del circo.

Pero vayamos hacia atrás, porque la historia de una editorial también es la historia de quienes la soñaron. Manuel Alemian, dos años más chico que Ezequiel, cuenta que a los 18 años tomaba los libros de la biblioteca de su hermano mayor, un lector voraz e impenitente. Mientras tanto, garabateaba algunas cosas en el papel que más tarde fueron poemas. Luego se los mostró a los amigos de su hermano, entre los que estaban Fabián Casas, Juan Desiderio, Rodolfo Edwards, Daniel Durand, José Villa. Empezaba la década del noventa. En esa época fértil se gestaban proyectos efímeros constantemente. Uno fue la legendaria revista 18 Whiskys. Manuel también armó, con unos amigos, su revista. Se llamaba Mientras se corta el césped. Luego siguió escribiendo y publicando mientras se fortalecía el grupo de amigos poetas que terminaron siendo referentes de una época. Junto a ellos vivió de noche y de día y compartió experiencias formativas para su conciencia de escritor. Manuel tenía claro que “los materiales con los que trabajaba estaban en la calle, en la noche”, lejos de la academia. Y en ese intercambio de experiencias vio nacer una editorial que fue punta de lanza en la edición artesanal: Ediciones Del Diego, que tuvo dos “nacimientos”: el primero en el año ‘93 con Oreja tomada de Manuel Alemián yCampaña del desierto de Darío Rojo. Luego en el ‘98 tuvo su vuelta con el formato pequeño tal cual se conoció posteriormente. Entonces aprendió de Daniel Durand a armar libros con materiales rudimentarios, ayudó a doblar las hojas, a guillotinar, a poner ganchos. Ese descubrimiento, el de “construir con lo que tenés a tu alcance”, se lo guardó hasta que en el 2009 se encontró trabajando en una historieta muda. Se dio cuenta de que eso no tendría cabida en ningún lugar, habló con su hermano que también estaba encima de unos textos complejos (lo que sería El libro blanco de la revista Time) y decidieron juntar frustraciones para armar una editorial de corte artesanal, pero de ambiciones desmedidas: querían algo experimental y anárquico, mostrar aquello que se resiste a ser paralizado por cualquier cerco genérico o norma establecida. Había nacido Spiral Jetty. Era el año 2010.

Vuelta al origen

Buscaban hacer algo práctico, viable a corto plazo y con insumos que se consiguieran en cualquier librería de barrio. Eso llevó a la idea de libros de pocas páginas que se convirtiera en un flujo continuo de edición. Armaron un pequeño taller en la casa de Manuel con una computadora, una impresora, una guillotina y la engrampadora. Ezequiel Alemian dice que, al principio, pidieron textos a los amigos. “Buscábamos experimentos, obras no concluidas, fragmentos de un trabajo en desarrollo, cosas nuevas. Yo ya había trabajado lo visual en El Talibán que salió por IAP y estaba desarrollando ese tipo de trabajos.”..

Martín Rejtman habla sobre Velcro y yo

Martín Rejtman es escritor y director de cine. Se formó en Nueva York, trabajó en Italia y volvió a la Argentina para dirigir, entre otras personas, a Vicentico. Autor de de los libros de relatos Rapado , Literatura y otros cuentos y del recientemente reeditado Velcro y yo, y director de las películas Rapado, Silvia Prieto, Los guantes mágicos y Copacabana, Rejtman fue entrevistado por Walter Lezcano para Revista CITRICA.

Recién llegado de una universidad de Washington, donde estuvo ocho días y fue invitado para hablar de su literatura, Martín Rejtman mira el ejemplar de Velcro y yo sobre la mesa. Lo acaba de reeditar Mondadori, luego de quince años de estar fuera de circulación. Fue una buena idea del editor Marcelo Panozzo.

¿Qué piensa Rejtman cuando ve su pasado en forma de libro?

Empieza por contar que no releyó este libro que nos convoca. Lo miró muy por arriba. No parece alguien que mire hacia atrás con nostalgia. Sobre el libro que sí volvió, “pero para refrescarme algunas cosas”, es Rapado, su primer volumen de cuentos. Lo hizo para las conversaciones que tuvo en Washington.

Los seis cuentos de Velcro y yo vienen a demostrar que pueden resistir el paso del tiempo, y están escritos con una delicadeza y certeza propia del autor. Es un libro, podemos decirlo sin pudor,” rejtmaniano”.

¿Cómo trabaja, cuál es su método o sus rutinas, teniendo en cuenta que también es director de cine?

Escribo caóticamente. Anoto cosas en una libreta, cosas que veo, que me cuentan, y eso después va a parar a algún lado, a una caja de herramientas. Puede ser, al final, un guión o un cuento.

¿Qué le parecen las lecturas que lo ubican como paradigma de la literatura noventista?

No tengo espíritu sociológico. Es normal que se pueda ver en los cuentos algo de la época, pero es porque los personajes viven en un contexto determinado y específico, y aparte fueron escritos en los noventa.

¿Podemos hablar de ciertas obsesiones recurrentes?

Sí, puede ser. Aparte, no me puedo dividir en décadas, no pienso lo mío desde ese lugar. Y, otra cosa te digo, la mentalidad de bonanza menemista, la sociedad menemista, no terminó nunca, todavía sigue.

Rejtman cuenta que le aburren un poco las lecturas que hay sobre lo que escribe, porque no se van renovando con el tiempo y las repiten en diferentes lugares (sus libros también fueron editados en España). Esas miradas que pueden sonar a condena y que reducen lo que sus textos tienen para ofrecer. Se habla de personajes autómatas, historias estáticas, realismo llano y superficial, entre otras cosas. Y continúa: “Yo veo a mis personajes como en un puro presente, sin estar metidos en la idea de los grandes planes, algo que es bien argentino”.

Literatura y otros cuentos

La literatura de Rejtman no da pautas para la vida, tampoco es una montaña rusa de emociones. Sin embargo, todo el tiempo están sucediendo cosas, las historias avanzan, indefectiblemente, van hacia adelante. Como pasa en la vida.

Los relatos de Velcro y yo tienen su inicio con un mundo ya empezado y reconocible. Los personajes se mueven dentro de ese mundo a partir de códigos propios que el lector va descubriendo de forma intempestiva, sin miramientos ni anticipaciones. Y si bien el lenguaje puede ser simple, es para desarrollar un realismo seco, y ausente de maquillajes, y casi de todo adjetivo. Parece fácil, no lo es en absoluto.

Otro de los temas que surge de la lectura de Velcro y yo es la particular utilización que hace Rejtamn de la elipsis, que parece casi una lección de narrativa: hay que saber qué es lo que se deja afuera.

¿Cómo aparecen esos espacios en el texto?

Es una manera de trabajar mía. Lo escribo, hasta que quiero contar otra cosa y así resulta. No es que hay partes de la historia que saco a propósito para que quede así. Y me parece que está bien porque esa es la historia.

El territorio sobre el que Rejtman se mueve como un baqueano es el de la clase media. Ahí sitúa el perímetro en el que sus personajes transitan sus vidas. Pero no la describe de manera miserable: no pretende burlarse de ella ni señalarla como la fuente de todos los males de la humanidad; simplemente “es lo que más conozco”, aclara. Sin embargo, él, Martin Rejtamn, el hombre que escribe y filma, dice no tener conciencia de clase. Se maneja de una manera muy sui generis, no sabe bien qué hará en los próximos días, ni tampoco lo que se refiere al manejo de dinero.

Los habitantes de Velcro y yo, en cambio, tiene bien presente la cuestión “plata”. Y otro pilar que se resalta en el libro es el de la familia. Ya sea para rechazarla, padecerla o ayudarla. Y no se trata sólo del lazo sanguíneo, sino de la posibilidad de conformación de círculos familiares formados por amistades casuales que pueden tener futuro. En ese aspecto, los cuentos muestran a seres encontrándose y dejándose llevar por lo que la vida les pone enfrente. Las relaciones fluyen; eso que es mal llamado automatismo no deja de ser el devenir natural de los estados de soledad en compañías.

El autor dice que está muy afuera del circuito literario. “Recién con Félix Bruzzone, que lo conocí hace un tiempo, me di cuenta que había algunos autores jóvenes que me habían leído y bien, pero salvo eso no estoy muy en contacto con todo lo que está pasando”. Lo que sí sabe es que el año que viene saldrá su nuevo libro: serán tres cuentos largos, dos ya lo tiene terminados y uno está en la recta final. No quiere adelantar el título.

Hablan los que tocan. Hoy responde: Tom Bestia Bebé


por Walter Lezcano

Tom es una músico increíble. Toca la bata, más bien le pega con una fuerza demoledora, en Go! Neko, y donde pinte (puede ser con 107 Faunos, con Santiago Motorizado, etcétera), y la guitarrita. Hablando de eso: sacó un disco junto a Niño Elefante que se puede bajar gratis. Y se disfruta all the time. También se lo vio en los últimos recitales de El Mató ayudando con las percusiones, y metió un tema en el #comipulenta. Es un tipo todo terreno. La cuestión es que este viernes 4 de noviembre toca en Plasma, Piedras 1856, después de las 24 hs, junto a Santiago Motorizado, Los chinos que no sabían karate y Las ligas menores. Va estar buenísimo. Bah, yo voy porque quiero estar cerca del futuro, verlo a la cara y después contarle a mis nietos qué onda el fucking rock and roll del 2011.

Ah, otra cosa. Tom es una persona excelente. No está de más apuntar eso. Para como están las cosas hoy en día, hay que decirlo bien fuerte.

Hoy Responde: Tom La Bestia Bebé

1-¿Cuál fue el primer disco que escuchaste?

La verdad es que no se cuál habrá sido el primer disco que escuche en mi vida. Seguramente haya sido alguno de Creedence que estuviese escuchando mi viejo cuando yo era un bebé.

2-¿Cuál fue el primer disco que compraste?

El primer disco que compré fue "Reload" de Metallica.

3-¿Cuál fue el primer disco que robaste?

Habrá sido alguno de Queen a un compañero de la primaria.

4-¿Cuál fue el primer disco que influyó en vos de alguna manera?

"Reload" de Metallica fue el disco que realmente me hizo dar ganas de hacer música.

5-¿Qué necesitás para ponerte a componer?

Una guitarra, algún instrumento o nada, a veces sale así nomás.

6-¿Qué fue lo primero que compusiste?

Una canción que se llamaba "Quién Carajo sos?" a los 12 creo.

7-¿Qué fue lo primero que grabaste? ¿Cómo lo ves ahora?

Lo primero que grabe fue un disco/ensayo con mi primer banda "Vibratónica". Ahora lo veo como lo mejor que hice en mi vida.

8-¿Cuál es tu mejor canción?

Una que dice "Exittt lightttaaaaaaaaaaa, enter niggghttttaaaaaaaaaaaaa"

9-Un disco imperdible

Todos los de Metallica

10-¿Qué es el rock?

Mirá cualquier recital de AC/DC y vas a tener la respuesta.

Gracias, Tom