Martín Rejtman es escritor y director de cine. Se formó en Nueva York, trabajó en Italia y volvió a la Argentina para dirigir, entre otras personas, a Vicentico. Autor de de los libros de relatos Rapado , Literatura y otros cuentos y del recientemente reeditado Velcro y yo, y director de las películas Rapado, Silvia Prieto, Los guantes mágicos y Copacabana, Rejtman fue entrevistado por Walter Lezcano para Revista CITRICA.
Recién llegado de una universidad de Washington, donde estuvo ocho días y fue invitado para hablar de su literatura, Martín Rejtman mira el ejemplar de Velcro y yo sobre la mesa. Lo acaba de reeditar Mondadori, luego de quince años de estar fuera de circulación. Fue una buena idea del editor Marcelo Panozzo.¿Qué piensa Rejtman cuando ve su pasado en forma de libro?
Empieza por contar que no releyó este libro que nos convoca. Lo miró muy por arriba. No parece alguien que mire hacia atrás con nostalgia. Sobre el libro que sí volvió, “pero para refrescarme algunas cosas”, es Rapado, su primer volumen de cuentos. Lo hizo para las conversaciones que tuvo en Washington.
Los seis cuentos de Velcro y yo vienen a demostrar que pueden resistir el paso del tiempo, y están escritos con una delicadeza y certeza propia del autor. Es un libro, podemos decirlo sin pudor,” rejtmaniano”.
¿Cómo trabaja, cuál es su método o sus rutinas, teniendo en cuenta que también es director de cine?
Escribo caóticamente. Anoto cosas en una libreta, cosas que veo, que me cuentan, y eso después va a parar a algún lado, a una caja de herramientas. Puede ser, al final, un guión o un cuento.
¿Qué le parecen las lecturas que lo ubican como paradigma de la literatura noventista?No tengo espíritu sociológico. Es normal que se pueda ver en los cuentos algo de la época, pero es porque los personajes viven en un contexto determinado y específico, y aparte fueron escritos en los noventa.
¿Podemos hablar de ciertas obsesiones recurrentes?
Sí, puede ser. Aparte, no me puedo dividir en décadas, no pienso lo mío desde ese lugar. Y, otra cosa te digo, la mentalidad de bonanza menemista, la sociedad menemista, no terminó nunca, todavía sigue.
Rejtman cuenta que le aburren un poco las lecturas que hay sobre lo que escribe, porque no se van renovando con el tiempo y las repiten en diferentes lugares (sus libros también fueron editados en España). Esas miradas que pueden sonar a condena y que reducen lo que sus textos tienen para ofrecer. Se habla de personajes autómatas, historias estáticas, realismo llano y superficial, entre otras cosas. Y continúa: “Yo veo a mis personajes como en un puro presente, sin estar metidos en la idea de los grandes planes, algo que es bien argentino”.
Literatura y otros cuentos
La literatura de Rejtman no da pautas para la vida, tampoco es una montaña rusa de emociones. Sin embargo, todo el tiempo están sucediendo cosas, las historias avanzan, indefectiblemente, van hacia adelante. Como pasa en la vida.
Los relatos de Velcro y yo tienen su inicio con un mundo ya empezado y reconocible. Los personajes se mueven dentro de ese mundo a partir de códigos propios que el lector va descubriendo de forma intempestiva, sin miramientos ni anticipaciones. Y si bien el lenguaje puede ser simple, es para desarrollar un realismo seco, y ausente de maquillajes, y casi de todo adjetivo. Parece fácil, no lo es en absoluto.
Otro de los temas que surge de la lectura de Velcro y yo es la particular utilización que hace Rejtamn de la elipsis, que parece casi una lección de narrativa: hay que saber qué es lo que se deja afuera.
¿Cómo aparecen esos espacios en el texto?
Es una manera de trabajar mía. Lo escribo, hasta que quiero contar otra cosa y así resulta. No es que hay partes de la historia que saco a propósito para que quede así. Y me parece que está bien porque esa es la historia.
El territorio sobre el que Rejtman se mueve como un baqueano es el de la clase media. Ahí sitúa el perímetro en el que sus personajes transitan sus vidas. Pero no la describe de manera miserable: no pretende burlarse de ella ni señalarla como la fuente de todos los males de la humanidad; simplemente “es lo que más conozco”, aclara. Sin embargo, él, Martin Rejtamn, el hombre que escribe y filma, dice no tener conciencia de clase. Se maneja de una manera muy sui generis, no sabe bien qué hará en los próximos días, ni tampoco lo que se refiere al manejo de dinero.
Los habitantes de Velcro y yo, en cambio, tiene bien presente la cuestión “plata”. Y otro pilar que se resalta en el libro es el de la familia. Ya sea para rechazarla, padecerla o ayudarla. Y no se trata sólo del lazo sanguíneo, sino de la posibilidad de conformación de círculos familiares formados por amistades casuales que pueden tener futuro. En ese aspecto, los cuentos muestran a seres encontrándose y dejándose llevar por lo que la vida les pone enfrente. Las relaciones fluyen; eso que es mal llamado automatismo no deja de ser el devenir natural de los estados de soledad en compañías.
El autor dice que está muy afuera del circuito literario. “Recién con Félix Bruzzone, que lo conocí hace un tiempo, me di cuenta que había algunos autores jóvenes que me habían leído y bien, pero salvo eso no estoy muy en contacto con todo lo que está pasando”. Lo que sí sabe es que el año que viene saldrá su nuevo libro: serán tres cuentos largos, dos ya lo tiene terminados y uno está en la recta final. No quiere adelantar el título.
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