Hablan los que escriben. Hoy responde: Patricia Suárez.

En el año 2003, Patricia Suarez ganó el premio Clarín Novela con su obra Perdida en el momento. Un logro sumamente importante dentro del panorama literario nacional. Te da filo y popularidad. Pero me parece que a ella lo único que le interesa es escribir. Y lo digo porque se nota en su versatilidad para contar historias en distintos formatos y para gente de todas las edades. Hablamos de que demuestra su solvencia en los tres géneros literarios: narrativo, lírico y dramático.



Aquí habría que sumar esas traducciones hermosas que se manda en su blog de canciones que le gustan. Y es en ese lugar en donde encontramos un mapa de sus gustos, su talento, su humor y toda la delicadeza que sólo una mujer es capaz de entregar.

No contenta con eso, con ser una mujer bella e inteligente, también se mete con el trabajo del escritor. Bucea en busca de respuestas que ayuden a dilucidar cómo es que un escritor se forma y lleva adelante esa aventura, muchas veces vana e ingrata, que es poner palabras en la página en blanco.


Voy a contar algo personal. Siempre me sentí cautivado y , a la vez, avasallado en presencia de una mujer con personalidad fuerte. La veo y me convierto en un eunuco tartamudo. Creo que una mujer como Patricia, aunque no la conozco pero me gustaría mucho, es de esas que me dejan sin palabras, con ganas de escucharla, y subyugado como cuando tenía once años.Lo que leí de ella me dejó esa sensación. Así que cuando vean un libro de Patricia Suarez cuando aterrizan en alguna librería, cómprenlo. Siempre es agradable encontarse con la inteligencia y el encanto de lo bien escrito.

Hoy responde Patricia Suárez:




1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
BAJO LAS LILAS, de Louise May Alcott

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
EL EXORCISTA, de William Blatty

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?
No lo recuerdo, pero recuerdo el último. LAS CONFESIONES DE ROUSSEAU.


4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
PLEGARIAS ATENDIDAS, de capote y LA PESTE de Camus.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Tranquilidad y oir la voz del narrador en mi cabeza, la música del texto.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?
cartas a Papá Noel, a los Reyes Magos. Las firmaba como mías y como de mi hermana.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Un librito para niños EL CASO DEL SEÑOR BOCANGEL, en la editorial El Quirquincho. En 1996. No me animaría a releerlo.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:
Una novela que se llama PETREL, y algunas cosas para chicos.

9-Un libro imperdible
MMM. Más de 1.
La conjura de los necios, de Kennedy Toole
Desgracia, de Coetzee
Indignación, de Philip Roth
10-Una definición de escritor
Alguien que está escribiendo dentro o fuera de su cabeza.

Gracias, Patricia

La dama de las sandalias. (Fragmento)

Por Walter Lezcano


Recuerdo esa primera vez que salí a la calle convertida en una mujer. Convertida en Sandra.
Caminé como quien pisa por primera vez el suelo, con cierto temor pero con la confianza de saber que cada paso se afirma en el anterior. Por supuesto, no estaba sola, para estas cosas hay que tener compañía, alguien que te ayude por si tus piernas no sostienen la seguridad que tiene tu corazón. Recuerdo esa primera vez en que Marta trajo de su casa la mejor ropa que tenía, que probamos durante varias horas, hasta que encontramos la vestimenta adecuada para la ocasión. Dimos con esa ropa que formaría parte más de mi vida, que de mi ropero. Hasta que hallamos ese vestido que me quedaba como si esa fuera la ropa que siempre tendría que haberme opuesto. Como si hubiera estado confeccionada para ajustarse a mi cuerpo y no soltarme, no dejarme ir.
Me miré al espejo, y fue verme por primera vez. Fue descubrirme y descubrir que la vida puede vivirse de esa manera también, empezando de vuelta. Fue contemplar en el espejo a una persona que de en ese momento encontró su propia piel. Fue encontrar un destino. Y como todo destino, uno no lo busca sino que es atrapado por él, llega a nuestra vida sin que nosotros podamos hacer nada para detenerlo, solo hay que entregarse como a lo inevitable.
Me miré en el espejo. Mi pelo largo, ondulado, ahora estaba enmarcando a un nuevo rostro. Un rostro maquillado, un rostro cubierto con los cosméticos que Marta trajo para cubrirme el semblante de una patina de luz artificial. Miré mis pies y Marta me había comprado unas sandalias negras bellísimas. Me quedaban un poco ajustadas en los costados, pero no me importó. Porque sentí como si ese fuera un detalle esencial en la conformación de esta nueva vida que estaba empezando. Con esas sandalias me veía como si tuviera pie de doncella. Como si fuera una cenicienta sin reloj a la vista que rompa el hechizo.
Recuerdo esa primera vez. Caminado en la vereda, adueñándome de un mundo nuevo para mí.
Con el correr de las cuadras me fui sintiendo cada vez más mujer. Hasta que no tuve noción de haber sido alguna vez otra persona, como si lo que estaba escrito en mi documento no fuera más que un error del registro civil. Sandra desde siempre.
Y caminamos hasta que le pregunto a Marta sí me acompaña hasta la casa de Reyna. Ella no sabe nada de esto y presiento que le estoy dando un nuevo motivo para hacer lo que mas le gusta: organizar fiestas con cualquier excusa.
Y vamos, y le toco el timbre. Y ella abre, con esa mala costumbre que tiene, sin preguntar, y la mira a Marta y luego me mira. Se sorprende de una manera tan explícita que pega gritos, me abraza, y me dice lo más cariñoso que le sale en el momento:
- Qué hija de puta que sos. Bienvenida al club. ¿Cómo te llamo ahora?... ¿Sandra?...Te queda perfecto.
Y luego lo que ya sabía que vendría:
-Esto hay que festejarlo. - Entonces me dice que estoy hermosa, que soy la mujer más linda que conoce, y la mira a Marta:
- Sin ofender, querida. ¿Pero viste lo linda que es? - Marta no se ofende. Reyna que no para de hablar porque hace un tiempito que no nos vemos, me pide disculpas, me dice que llamaba a mi casa a ver como estaba, que hablaba con Marta y así se enteraba de mi evolución, yo la calmo, le digo que esta todo bien, que la entiendo. Me dice que si sabía que saldría así de la cama me hubiera acompañado mas tiempo.

Reyna que halaga la ropa, y cuando se entera que es de Marta le comenta:
- Si sabía que tenías esta pilcha, te la pedía prestada, nena. - Luego mira a mis pies y encuentra hermoso lo que calzan:
- Mirá que sandalias preciosa que tenés. Es lo mas lindo de todo.¿Donde las compraste? - Me pregunta. Marta le contesta porque ella las compró. - Yo quiero una igual, no mejor no, sino te las quemo. Son de locura, aparte delicaditas. Y te quedan rebién. Vos mas que dama de las camelias sos la dama de las sandalias- dice bautizándome. Luego de ver mi rostro impávido me pregunta-¿Sabés de que te hablo? ¿ Leíste La dama de las camelias? - Cuando escucha mi negativa me reta- A ver si alguna vez lees algo en serio, y no esa basura que tenés en tu biblioteca. Después te lo paso.
La fiesta se realiza esa misma noche en la casa de Reyna, y se llena de gente. Es mi presentación en sociedad, y también mi bautismo como mujer.
Se preparó toda una puesta en escena en la que se representa una ceremonia religiosa, y se lleva a cabo mi bautismo. Marta hace de mí madre y Reyna de mi padre. Unos amigos los padrinos. Un invitado, un actor del under porteño, hace de cura, y los presentes son los feligreses. En una jarra ponen Champaña, y la arrojan sobre mi cabeza como si fuera agua bendita.
Cuando terminamos la ceremonia aplauden todos. Reyna toma la palabra y pide silencio; los invitados prestan atención:
- Quiero que todos levantemos nuestras copas o botellas en alto, para dar la bienvenida a este mundo a una nueva mujer, que es tan linda que quizás nos robe clientes a nosotras, pensándolo bien vamos a matarla, no, es una joda. Ella es Sandra. Así que todas juntas a la vez:
¡Bienvenida Sandra!
- Y ya que la bautizamos, y puede entrar en nuestro reino, vamos a desearle suerte como lo hacemos siempre. Todas juntas a la vez:
¡Por el futuro de Sandra!
La fiesta termino el otro día, como las buenas fiestas, a la mañana, cuando el sol lastima y cualquier sonido aturde.
A la noche volví a trabajar. Pero cambie de lugar, me traslade de calle, dada mi nueva condición. Fui acompañada por Reyna, lo que produjo que no me gane el odio de ninguna de las otras chicas. Me dijo donde podía trabajar,
que lugares ocupar, para no usurpar el territorio de nadie.
Fue una buena noche. Y las que siguieron también. Me vino bien. Mis arcas estaban completamente vacías. No tenía un mango debido a los gastos que tuve por lo de mi madre. El viaje, el servicio fúnebre, la cremación, el cofre.
Parece que Sandra consigue más mejores y clientes.

La tierra prometida. Hoy: Solano City (Toma uno)

Vamos comenzar con una serie de retratos de la ciudad de Solano y alrededores. Patricia Giménez peló la cámara y le dio rienda suelta a su mirada atenta para plasmar en imágenes los lugares por donde transitamos nuestra vida. Uno a veces se acostumbra a la belleza y deja de prestarle atención. Por eso, para renovar nuestra percepción, quitarle la telaraña de la costumbre y ponerla de vuelta frente a nuestros ojos y que lo hermoso tenga nuevamente el lugar que se merece. Contemplemos todo lo que tenemos y la mayor parte del tiempo lo dejamos de lado sin siquiera entregarle un roce o un suspiro.



Las vamos a ir subiendo de a una. A modo de diario o cuaderno de bitácora. Estamos juntos en este viaje, así que si querés mandarnos una foto está invitado/a. A la derecha está el mail.

Esperando el progreso/Donato y San Martín

Por Patricia Giménez

Sobre partes de guerra


Por Betiana Medina

Ése refugio que es la literatura.

Miro sus tapas de cartón, la sencillez de su presentación, dándole todo el lugar a las palabras, el artesanado con el que sé que fue hecho, y es una satisfacción comenzar a leerlo.
Una idea que parecía posible sólo en el terreno de la imaginación hoy es un libro, el objeto libro, y no solamente eso, sino toda una editorial. Esto es mucho decir en un lugar a veces tan inhóspito como San Francisco Solano. Y demuestra que jamás debemos abandonar aquello que nos moviliza. Hoy siento real esa frase que escuche por ahí sobre que un hombre puede abandonar todo menos su pasión. Creo que si la abandonara se vería reducido a una sombra, y ¿si nunca la encontrara?, ni siquiera puedo atreverme a pensar en eso.
Partes de guerra es un libro sobre el que se puede volver una y otra vez. Tanto como para recordar alguna bella frase, esas que no buscan los ornamentos sino que se inyectan en pequeñas dosis ante algunas emergencias del alma, como también para encontrar las razones que a veces se nos escurren entre las manos. Esas que se desvanecen en el día a día, cuando recibimos los bombardeos de muchos de nuestros pibes, cuando nos invaden sus carencias de todo tipo y se transforman en balas que nos rozan, dejándonos la estruendosa verdad.
Cada relato nos pone en situación, de una manera veloz y auténtica. Encontramos historias personales crudas pero que no buscan el dramatismo sin sentido sino demostrar que lo que somos depende en un alto grado de aquello que vivimos. Aparecen ironías puestas en los lugares indicados, y una interesante fusión del lenguaje. Se Abren puertas a valiosos interrogantes que parten de lo cotidiano en la vida de un docente pero por sobre todo de un ser humano. Se ponen sobre la mesa realidades que algunos ya cansados de ver deciden ignorar o peor aún, aceptar. Pero por suerte otros, todavía corren esperanzados por tratar de alcanzar el tren de la igualdad, en el que estén las armas para alejar por lo menos algunas de las miserias del paisaje de todos los días. Porque un niño necesita comer tanto como pensar, es así de simple.
En cada texto se muestran convicciones, esas que siempre se precisan recordar. Es una mirada interna sobre las batallas diarias y las pequeñas grandes recompensas conseguidas en ése campo árido en el que se ha convertido la educación. Y a todo esto, se suma ella, la literatura. Que es mujer y en consecuencia un refugio. Una espectadora de ésta realidad y protagonista al mismo tiempo. Y acá hay que decir sin lugar a dudas que alguien que define el encuentro con la literatura como “algo groso”, es alguien que define con la simplicidad de lo profundo y lo esencial. Y los amantes de esa escurridiza mujer así lo entendemos.
De abrir el juego, de eso se trata. Sin estrategias frías sino con los planes que impone la pasión. Trazar un camino. Y en eso, partes de guerra es un muy buen comienzo. Como diría el autor, y todo por haber leído un libro.

Hablan los que escriben. Hoy responde: Damián Ríos

Daniel Durand me dice:

-Yo te voy a pasar un autor que está escribiendo lo mismo que vos, para que veas lo que te estoy diciendo.- Se refería a unas correcciones que me había hecho sobre un poema que le había mostrado.

- Los detalles, tenés que darle bola a los detalles, Walter.- Se levantó y abrió un cajón que estaba debajo de un sofá-cama y donde tenía un montón de libritos. Eran los de Ediciones del Diego. Buscó y buscó hasta que dijo:

-Acá está, tomá.- y me los alcanzó.
Así fue como conocí a Damián Ríos.

La vuelta a mi casa, yo vivo en Solano, de la de Durand, vive en Once, era larga. Y estuvo bueno que, para tener cálida compañía para un viaje tan desangelado, me diera esos libros y otros tres más . Que estaban muy bien. Pero los que me pegaron, esos en los que uno encuentra algo importante para su vida, junto con La vieja del agua de Durand, fueron esos de Ríos.

Y era verdad lo del detalle. Escuchá lo que dice en la introducción de La pasión del novelista:

Correr el ropero, darse cuenta que tapaba un hueco en el revoque y recordar que en otro tiempo uno vivía en una pieza de puro ladrillo sin revocar. Mi papá era albañil.

Esquirlas de un universo. Retazos de algo vasto, inmenso que se refleja en esos pequeños momentos, en esos sutiles restos de la grandeza. Con eso se construye la buena literatura.

Y yo que toda la vida curtí narrativa a full, me dí cuenta las posibilidades que tiene la poesía. Su encanto. Porque esto no era algo lejano y extraño, algo puesto en un altar en donde la adoración era obligatoria. Uno termina odiando los libros de esa manera. Estos textos hablaban un lenguaje en el que uno podía reconocerse y donde uno había pasado gran parte de su vida. Era un código compartido, ese diálogo íntimo entre un escritor y su lector.

Esuchá esto otro que dice en el epílogo de La pasión del novelista:

¿Qué carajo hacés de tu vida en Buenos Aires? Yo hablé de pool, de un juego. Todos estos días anduve pensando que también podía haber dicho: yo tengo la experiencia de las pensiones. Pero tampoco.

La palabra entonces muestra que quien la sabe usar edifica belleza, algo duradero y puede enseñarte mucho sin pedagogía escolar. Con esto último me refiero a que lo oculto es lo valioso, lo que está en ese lugar al que cuesta llegar. Un vecino que enseñaba Kung-fu me dijo una vez:

-Yo a mis alumnos les enseño a pescar, no le doy el pescado en la boca.

Hacer ese camino es lanzarse a la búsqueda de lo único que nos va vamos a llevar y, faltaba más, lo único que va a quedar.

Son dos libritos pequeños, portátiles, tremendos. Y no sé si están en las librerías: La pasión del novelista y De costado. Hay mucho ahí para todos nosotros, los que a veces queremos comprender el extraño lenguaje poético.

Lo último. El señor también lee muy bien. Recomendó esta novela :

Y me la compré sin dudarlo. Es increíble, la verdad. Es muy difícil escribir así. Tan despojado, tan en consonancia con el contexto, tan metido en la historia. Y surgen muchas preguntas al leerlo. y también me falta terminarlo.

Entonces, loco, hay que leerlo a Damián y además lo que propone. Esa es una lectura que trae un poco de aire a esa vidriera llena de maniquíes y posturas congeladas de los zombies de siempre. Para aprender y para disfrutar. De eso se trata la literatura.

Hoy responde Damián Ríos.

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
El Martín Fierro, sobre todo porque mi viejo, que lo sabe de memoria, me invitaba a que lea en voz alta los dos versos iniciales de cualquier estrofa y él la seguía. Tenía una efectividad del 99%

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
"Inventario 1" de Mario Benedetti. Hay una pequeña historia. Yo no tenía un mango pero algunos amigos me habían alcanzado algún libro de Benedetti y a mí me parecía que tenía que leer todo Benedetti si quería aprender algo; ese es un procedimiento que repetí con un montón de escritores de todas las épocas. De manera que empecé a frecuentar la vidriera de la única librería del pueblo, que regenteaba un viejo militante comunista. Tanto me vio el viejo desear el tomo de Benedetti, que una vez me invitó a pasar a la librería y a hojearlo. La segunda vez directamente me abrió un crédito, a sola firma. Yo no tenía laburo, era un adolescente, y mi viejo tampoco. Nunca pude pagar el crédito. A los 5 o 6 meses apareció el librero por mi casa, con intenciones de cobrar. Se apellidaba Siri y era uruguayo. Charló un rato con mi viejo y le alcanzó con mirar la fachada del ranchito en dónde vivíamos para declarar incobrable el Benedetti. Lo saludó a mi viejo, me saludó a mí y se fue. Creo que se fue contento.

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste? :
Nunca robé un libro, aunque no tengo nada contra los que roban libros.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Una influencia que percibí y asimilé fue la de un libro de cuentos que se llamaba "Ley de juego", de Miguel Briante. Creo que tiene dos o tres páginas que son perfectas. Todavía puedo recitarlas de memoria.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Ganas, necesito las ganas de escribir.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:
Por propia iniciativa: un poema con la que me hice una cierta reputación de poeta a los 14 años. El poema se llamaba "Estoy mal de la cabeza" y un par de amigos se lo aprendieron de memoria. Pero en la infancia, cuando iba a la primaria, el gobierno militar organizó un concurso de redacción para los alumnos, al menos en mi provincia (Entre Ríos). Había una consigna y había que escribir a partir de eso. Así que a los ocho años fui premiado (salí segundo en mi escuela) con una composición que se titulaba "El niño, la escuela y el ejército": ese era el título de la consigna y todos los alumnos escribieron sobre eso. Mi maestro de lengua me felicitó. No estoy orgulloso, pero la verdad es que es el primer reconocimiento que tuve. Además, la anécdota da una idea del plan educacional del gobierno militar.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Publiqué "La pasión del novelista", un libro que mezclaba fragmentos de prosa y versos. Los editores fueron Daniel Durand, Mario Varela y José Villa. Hicieron un trabajo de editing muy delicado, que agradezco. Me parece un buen libro.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:
Estoy pensando en escribir un libro, o dos. Pero sólo lo estoy pensando. Pueden pasar años antes de que me ponga a escribirlos. Pero pensarlos, imaginarlos, para mí forma parte del ejercicio de escribir. Tengo los libros en la cabeza muy a menudo, los llevo a todas partes, lo charlo con mis íntimos. A veces escribo alguna palabrita en una libreta. Estoy preparándome para que los libros esos vengan con sus músicas, sus preguntas, sus certezas y se me impongan.

9-Un libro imperdible
Dos: "Las teorías salvajes", de Pola Oloixarac y "En la pausa", de Diego Meret. Es bueno el ejercicio de leerlos juntos porque describen dos maneras casi antagónicas de acercarse a la literatura, a la ficción, a la reflexión. Los dos son entretenidos y fueron editados por editoriales que son llevadas a pulmón pero con mucha calidad. Dos más, que les regalaría a cualquiera de mis amigos: "Phoenix", de Eduardo Muslip y "Bajo este sol tremendo" de Carlos Bousqued. Y estoy esperando con ansiedad la edición de las próximas novelas de Fernanda Laguna e Inés Acevedo. Siempre creo que lo mejor todavía no está escrito o que no está editado y no dejo de sorprenderme.

10-Una definición de escritor
Escritor: un ser humano estrenado para jugar con las historias y las palabras, para jugar con las maneras de contar historias y para jugar con los sonidos y significados de las palabras. Un escritor se divierte escribiendo y a veces nos deja pensando. O nos provoca algún tipo de emoción, que también es una forma conectarse con la realidad, que de eso se trata el pensamiento.

Gracias, Damián

¡Fiesta!


Ahí estremos.

¡Con todo, loco!

Hablan los que escriben. Hoy responde Fabián Casas.


por Walter Lezcano

¿Se puede hablar de amor cuando encontrás un escritor que sentís que te está hablando solamente a vos? Seguro que si. Esas son verdaderas historias de amor. Porque uno va tranquilo por la vida, esa acumulación de clichés, y de pronto encuentra un libro del cual nadie te había hablado, ya que vivís rodeado de personas que únicamente lee las etiquetas de la botella de cerveza y recurre los libros solamente para nivelar la cama, y ya nada vuelve a ser lo mismo.
Algo así me ocurrió con Fabián Casas.

Si no lo saben se los digo, la feria de Solano tiene lo que su vida está necesitando. Así de simple. A mi me hizo conocer un libro de esos que uno lo lleva a todas partes y lee tantas veces que hasta podría recitarlo en cualquier esquina como si fuera uno de esos evangelistas enloquecidos de Constitución. Estoy hablando de Los Lemmings y otros. Lo conseguí a cinco mangos. Yo caminaba como todos los sábados entre los puestos y me detuve en uno que tenía un trapo tirado en la vereda que vendía libros. ¿Qué fue lo que me llevó a comprarlo? ¿Fue el tocadiscos que muestra la tapa? No lo sé, y yo no importa. Y cuando esa tarde lo abrí, no pude parar. No me llevó mucho tiempo terminarlo, es un librito finito, pero, lo supe en un rapto epifánico, también inmenso, con esa capacidad tan extraña de provocar en el lector una sorprendente intimidad que te descoloca y, por otra parte, la certeza de que estás frente a un escritor que la tiene muy clara y que escribe como la puta madre.

En ese libro están muchas de las cosas en las que pienso todo el tiempo: la infancia como patria eterna, el rock and roll, la filosofía, la muerte, la amistad, los libros. Y todos estos temas tratados sin imposturas y con una prosa que te coloca frases que funcionan como verdaderos cross a la mandíbula y a la mente. Y esas palabras se te pegan como chicles y uno las repite como si fueran propias. Y es que es realmente así, ya te pertenecen por el afecto que les tenés y el cariño con el que las decís.
Algo así me pasó con Fabián Casas.

Luego vinieron los Ensayos bonsái. Perlas de conocimiento que, el epígrafe lo dice claramente, intentar trazar un camino que de lugar al pensamiento en donde se conjuguen diversas disciplinas. Hay muchas cosas en la vida aparte de nuestra pobre existencia. No cerrar ninguna puerta, sino que se intenta abrir el juego y desautomatizar la realidad. En los Ensayos leemos sobre poesía, escritores, películas, música, familia, y lo podemos ver nuevamente, un lenguaje propio, una decisión ética, te conmueve como esas charlas con amigos en donde se pretende comprender qué es esa maquinaria perversa y estúpida llamada realidad. Y, de paso, te baja la pena de tener que vivir en este país, al que llama La Gran Llanura de los Chistes.
Algo así me pasó con Fabián Casas.


Ocio seguido de Veteranos del pánico es el tercer libro que leí de él. Y donde renové la fascinación por es voz extraña que logra encontrar el narrador para hacernos llegar las historia. Hay mucho de inspiración en su lectura. Uno cierra el libro y se larga a escribir como si supiera, como si hubiera encontrado un camino posible entre tanta maleza, como si se te despertara una idea que considerabas descartada.
Qué groso. Y todo eso por leerlo.

Hoy responde Fabián Casas

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
El primer libro que leí fue Upa, un libro de Ediotrial Atlántida para chicos. También me la pasé leyendo un cuento que se llamaba Bufalito y que estaba ilustrado.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
Creo que el primer libro que compré fue Rayuela, de Cortázar.

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?
Eso no me acuerdo bien, pero siempre recuerdo haber robado Muerte a crédito de celine de la feria del libro, coayudado por Daniel Durand, en ese entonces gran amigo.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Rayuela. Me pareció un libro genial que me iba a volver genial. Cuando leí ese libro, mi vida cambió.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Escuchar una musiquita en el oído y que la experiencia vuelva convertida en eso, música.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?
Un libro que se llamó Pomelo. Era un proto Bosque Pulenta. Siempre los mimos temas.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Un libro de poemas que siempre que aparece en alguna librería lo compro para quemarlo.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?
Estoy escribiendo una novela que de golpe es relato, de golpe no se entiende nada, de golpe es aburrida, de golpe es muy jugada, de golpe y porrazo tal vez la termine. Se llama Los Titanes del
coco.

9-Un libro imperdible
Viaje al fin de la noche, de Lois Ferdinand Celine. porque cuando lo leí, me dije: el mundo es así.

10-Una definición de escritor
Soy escritor solamente cuando escribo.

Gracias, Fabián.

La editorial llegó a las escuelas. Hoy: la ESB 4 de Florencio Varela.

El escritor On the road



Lost in translation. Buscando la escuela.

Dead man walking.


Chamuyando con los pibes. Leí dos cuentos y, milagrosamente, escucharon.



Los nenes mirando los libros. ¡Increíble!



Y los grandes también se coparon.

Gracias a Griselda y a todos los pibes de la ESB nº4 De Florencio Varela.
Gracias a todos. Seguimos en camino...

Maira

Por Walter Lezcano
La escuela me queda lejos de casa. Eso lo sé ahora. Antes de tomarla me habían dicho que quedaba en Claypole. Lo cual era cierto. Así que la tomé sin dudarlo, pensando con alegría que estaría en un toque, veinte, treinta minutos como mucho. No sabía que para llegar iba a tener que tomarme dos colectivos y madrugar. Dos cosas que cada vez me gustan menos.

Me levanto a la seis de la mañana, porque el horario de entrada es a las 7:45. ¿Es posible aprender algo a ese horario indecente? Desayuno un té con leche con lo que haya (galletitas, pan o nada), le doy un beso a Patri y salgo hecho un zombie para la parada. Me tomo el 271, que por algún milagro de los dioses pasa siempre a horario. Le pone treinta minutos hasta la estación de Burzaco, en ese tiempo hago el intento de pensar en la clase que preparé el día anterior, o por ahí agarro la novela de Gonzalo Garcés, Los impacientes, que tengo en el bolso con al intención de hojearlo, releer lo que subrayé, pero me resulta imposible concentrarme en algo. De la estación me tomo otro. El 510. El único colectivo que se mete en barrio donde está inmersa la escuela. Viajo siempre con el mismo chofer, un tipo inconmovible que cada tanto se manda una puteada por lo bajo.

Apuntes de lectura. Hoy: Los impaciente de Gonzalo Garcés

Por Sebastián Planes

. La vi en una mesa de saldos del Aleph, la única librería de Solano. No conocía al texto ni al autor. Pero me la compré por la tapa. Una pareja abrazada, desnudos, en el fondo del mar. Una bella imagen que no distinguía si era una foto o un a pintura. No importaba. Lo tomé y le pagué los cinco pesos a la cajera y salí contento. Por una vez en mi vida había hecho un buen negocio.
.La novela había ganado un premio importante, el Biblioteca Breve de Seix Barral. Pensé que eso no asegura nada más que hay unas personas a las que les gustó la novela. La abrí como cualquier otra, sin ninguna expectativa pero con la esperanza de que me guste.

. Tres grandes capítulos en donde cada uno centra su atención en un día en la vida los tres protagonistas de la novela: primero el de Keller (un estudiante de filosofía), luego Mila (una periodista) y después Boris (un músico). Esos nombres dicen algo de lo que uno va a encontrar en el texto. No les puso, por ejemplo, Pablo, María y José. Me refiero a que ahí se muestra una estratificación social.

. Novela sobre la juventud, hablo de pibes de veinte años. Mejor dicho, sobre un tipo de juventud: esa que no sufre de problemas económicos, sino existenciales, metafísicos. También sobre Buenos Aires. Mejor dicho, sobre Capital Federal.

. Transcurre a fines de los noventa, pero recorre toda la década. El paso, o la existencia misma, del tiempo es un tema crucial que se intenta entender. Y creo que esa década, pienso en el grunge, fue sensible a la idea de que los jóvenes se las tenían que arreglar solos contra la mierda del mundo. Por eso me parece un acierto que en la novela no aparezca ningún adulto. Ellos eran el enemigo. De todas maneras los personajes intentan dar batalla contra esto, a la realidad. La historia se centra en esa pelea y deja para el lector el tema de los resultados.

. Hay un juego con los narradores que me resulta atractivo. No es de lectura fácil, y eso me resultó interesante. Pasa de la primera a la tercera persona, a veces caprichosamente, que no siempre es la mejor manera de relatar. Sin embargo es esa búsqueda la que me atrae.


.La prosa del texto es profusa, como un torrente incontenible. Por momentos se me hacía poética, por el ritmo, lo que produce que la lectura fluya y las páginas corran sin mirar el reloj. Eso estuvo bueno. Tal vez, por hablar de momentos que interrumpen la corrida de oraciones, hay un exceso de signos de admiración.

.La novela me gustó mucho. Por momentos, me enojaba con los personajes porque me resultaban unos nenitos ricos con tristeza, pero luego se observaba una conciencia del su lugar en el mundo, ya que racionalizan todo, que me reconciliaba con ellos.

.Se la regalé a mi hermano pero no le gustó. Dice que no sucede nada. Algo de eso tiene la novela. A veces pasa, lo que consideramos virtudes es visto como defectos por los demás.