-Yo te voy a pasar un autor que está escribiendo lo mismo que vos, para que veas lo que te estoy diciendo.- Se refería a unas correcciones que me había hecho sobre un poema que le había mostrado.
- Los detalles, tenés que darle bola a los detalles, Walter.- Se levantó y abrió un cajón que estaba debajo de un sofá-cama y donde tenía un montón de libritos. Eran los de Ediciones del Diego. Buscó y buscó hasta que dijo:
-Acá está, tomá.- y me los alcanzó.
Así fue como conocí a Damián Ríos.
La vuelta a mi casa, yo vivo en Solano, de la de Durand, vive en Once, era larga. Y estuvo bueno que, para tener cálida compañía para un viaje tan desangelado, me diera esos libros y otros tres más . Que estaban muy bien. Pero los que me pegaron, esos en los que uno encuentra algo importante para su vida, junto con La vieja del agua de Durand, fueron esos de Ríos.
Y era verdad lo del detalle. Escuchá lo que dice en la introducción de La pasión del novelista:
Correr el ropero, darse cuenta que tapaba un hueco en el revoque y recordar que en otro tiempo uno vivía en una pieza de puro ladrillo sin revocar. Mi papá era albañil.
Esquirlas de un universo. Retazos de algo vasto, inmenso que se refleja en esos pequeños momentos, en esos sutiles restos de la grandeza. Con eso se construye la buena literatura.
Y yo que toda la vida curtí narrativa a full, me dí cuenta las posibilidades que tiene la poesía. Su encanto. Porque esto no era algo lejano y extraño, algo puesto en un altar en donde la adoración era obligatoria. Uno termina odiando los libros de esa manera. Estos textos hablaban un lenguaje en el que uno podía reconocerse y donde uno había pasado gran parte de su vida. Era un código compartido, ese diálogo íntimo entre un escritor y su lector.
Esuchá esto otro que dice en el epílogo de La pasión del novelista:
¿Qué carajo hacés de tu vida en Buenos Aires? Yo hablé de pool, de un juego. Todos estos días anduve pensando que también podía haber dicho: yo tengo la experiencia de las pensiones. Pero tampoco.
La palabra entonces muestra que quien la sabe usar edifica belleza, algo duradero y puede enseñarte mucho sin pedagogía escolar. Con esto último me refiero a que lo oculto es lo valioso, lo que está en ese lugar al que cuesta llegar. Un vecino que enseñaba Kung-fu me dijo una vez:
-Yo a mis alumnos les enseño a pescar, no le doy el pescado en la boca.
Hacer ese camino es lanzarse a la búsqueda de lo único que nos va vamos a llevar y, faltaba más, lo único que va a quedar.
Son dos libritos pequeños, portátiles, tremendos. Y no sé si están en las librerías: La pasión del novelista y De costado. Hay mucho ahí para todos nosotros, los que a veces queremos comprender el extraño lenguaje poético.
Lo último. El señor también lee muy bien. Recomendó esta novela :
Y me la compré sin dudarlo. Es increíble, la verdad. Es muy difícil escribir así. Tan despojado, tan en consonancia con el contexto, tan metido en la historia. Y surgen muchas preguntas al leerlo. y también me falta terminarlo.
Entonces, loco, hay que leerlo a Damián y además lo que propone. Esa es una lectura que trae un poco de aire a esa vidriera llena de maniquíes y posturas congeladas de los zombies de siempre. Para aprender y para disfrutar. De eso se trata la literatura.
Hoy responde Damián Ríos.
1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
El Martín Fierro, sobre todo porque mi viejo, que lo sabe de memoria, me invitaba a que lea en voz alta los dos versos iniciales de cualquier estrofa y él la seguía. Tenía una efectividad del 99%
2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
"Inventario 1" de Mario Benedetti. Hay una pequeña historia. Yo no tenía un mango pero algunos amigos me habían alcanzado algún libro de Benedetti y a mí me parecía que tenía que leer todo Benedetti si quería aprender algo; ese es un procedimiento que repetí con un montón de escritores de todas las épocas. De manera que empecé a frecuentar la vidriera de la única librería del pueblo, que regenteaba un viejo militante comunista. Tanto me vio el viejo desear el tomo de Benedetti, que una vez me invitó a pasar a la librería y a hojearlo. La segunda vez directamente me abrió un crédito, a sola firma. Yo no tenía laburo, era un adolescente, y mi viejo tampoco. Nunca pude pagar el crédito. A los 5 o 6 meses apareció el librero por mi casa, con intenciones de cobrar. Se apellidaba Siri y era uruguayo. Charló un rato con mi viejo y le alcanzó con mirar la fachada del ranchito en dónde vivíamos para declarar incobrable el Benedetti. Lo saludó a mi viejo, me saludó a mí y se fue. Creo que se fue contento.
3-¿Cuál fue el primer libro que robaste? :
Nunca robé un libro, aunque no tengo nada contra los que roban libros.
4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Una influencia que percibí y asimilé fue la de un libro de cuentos que se llamaba "Ley de juego", de Miguel Briante. Creo que tiene dos o tres páginas que son perfectas. Todavía puedo recitarlas de memoria.
5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Ganas, necesito las ganas de escribir.
6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:
Por propia iniciativa: un poema con la que me hice una cierta reputación de poeta a los 14 años. El poema se llamaba "Estoy mal de la cabeza" y un par de amigos se lo aprendieron de memoria. Pero en la infancia, cuando iba a la primaria, el gobierno militar organizó un concurso de redacción para los alumnos, al menos en mi provincia (Entre Ríos). Había una consigna y había que escribir a partir de eso. Así que a los ocho años fui premiado (salí segundo en mi escuela) con una composición que se titulaba "El niño, la escuela y el ejército": ese era el título de la consigna y todos los alumnos escribieron sobre eso. Mi maestro de lengua me felicitó. No estoy orgulloso, pero la verdad es que es el primer reconocimiento que tuve. Además, la anécdota da una idea del plan educacional del gobierno militar.
7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Publiqué "La pasión del novelista", un libro que mezclaba fragmentos de prosa y versos. Los editores fueron Daniel Durand, Mario Varela y José Villa. Hicieron un trabajo de editing muy delicado, que agradezco. Me parece un buen libro.
8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:
Estoy pensando en escribir un libro, o dos. Pero sólo lo estoy pensando. Pueden pasar años antes de que me ponga a escribirlos. Pero pensarlos, imaginarlos, para mí forma parte del ejercicio de escribir. Tengo los libros en la cabeza muy a menudo, los llevo a todas partes, lo charlo con mis íntimos. A veces escribo alguna palabrita en una libreta. Estoy preparándome para que los libros esos vengan con sus músicas, sus preguntas, sus certezas y se me impongan.
9-Un libro imperdible
Dos: "Las teorías salvajes", de Pola Oloixarac y "En la pausa", de Diego Meret. Es bueno el ejercicio de leerlos juntos porque describen dos maneras casi antagónicas de acercarse a la literatura, a la ficción, a la reflexión. Los dos son entretenidos y fueron editados por editoriales que son llevadas a pulmón pero con mucha calidad. Dos más, que les regalaría a cualquiera de mis amigos: "Phoenix", de Eduardo Muslip y "Bajo este sol tremendo" de Carlos Bousqued. Y estoy esperando con ansiedad la edición de las próximas novelas de Fernanda Laguna e Inés Acevedo. Siempre creo que lo mejor todavía no está escrito o que no está editado y no dejo de sorprenderme.
10-Una definición de escritor
Escritor: un ser humano estrenado para jugar con las historias y las palabras, para jugar con las maneras de contar historias y para jugar con los sonidos y significados de las palabras. Un escritor se divierte escribiendo y a veces nos deja pensando. O nos provoca algún tipo de emoción, que también es una forma conectarse con la realidad, que de eso se trata el pensamiento.
Gracias, Damián
buenisima la nota! gracias x la data e info. abrazos, facundo soto
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