Lamberti habla sobre El asesino de chanchos, entre otras cosas.



Por Walter Lezcano

*Digámoslo de entrada: El asesino de chanchos es un libro tremendo. Su lectura realmente soprende: por la solidez que muestra, por las imágenes que logra, por la contundencia de sus frases y por el universo que retrata. El otro día, en una sobremesa, un amigo dijo que era el mejor libro de relatos de los últimos veinte años. Yo no soy tan valiente como para sostener eso, pero estoy seguro que es uno de los libros del año.
*Son nueve cuentos en los que Lamberti viene a confirmar lo que venía mostrando en diversos medios y antologías: que es un escritor extraordinario.
*¿Cómo se logra ese tipo de escritura? Esa es una pregunta recurrente que me persigue cada vez que leo algo que me fascina. Con la intención de encontrar un camino hacia esa respuesta le mandé unas preguntas Lamberti, que gentilmente respondió.

1-¿Cómo armaste la selección de relatos del libro? ¿El orden tiene algún significado?
El armado fue acorde a la intensidad de los cuentos, la alternancia entre la primera y la tercera persona, la necesidad de empezar con un "hit" que le da título al libro y la necesidad de terminar con un cuento que me deja muy satisfecho como es "Una visita al señor". Me gustan todos los cuentos pero a la hora de pensar un libro siempre pongo la carne al asador al principio y al final. Es mi triste estrategia de marketing.


2-El título del libro y de los cuentos están buenísimos: desconciertan, impactan. ¿Cómo surgen?
En general con algún detalle que no pertenece a la trama central. Me gustan los títulos que dan ganas de leer, ganas de saber qué pasa.


3-En varios cuentos está muy presente la familia. ¿Era un tema que te interesaba explorar o fue surgiendo con la escritura? ¿Qué otros temas te interesan a la hora de ponerte a
escribir?
La familia, en tanto lugar de contención y de identidad, me interesa muchísimo. Pero no pienso mucho en temas. Me paralizaría pensar "Bueno, ahora voy a trabajar tal tema de tal forma". Soy demasiado burro para eso. Y me gusta sorprenderme a mi mismo. Por eso pienso los cuentos en términos de una historia. Si la historia me gusta, o me toca en alguna parte, ya estoy hecho. Que de los temas se ocupen los demás.


4-¿Qué es lo que hace que pienses: “este cuento ya está terminado”?
Está terminado cuando no puedo corregirlo más sin volverlo artificial. Hay una delgada línea ahí. Cuando algo está demasiado corregido, pierde la gracia. Los mejores cuentos vienen terminados y redondos y se escriben de una sola sentada, aunque después lleven mucho tiempo de corrección.


5-¿Antes de sentarte a escribir ya sabés que vas a escribir un cuento o lo descubrís sobre la marcha?
Empiezo a trabajar con una situación o una primera frase, y desarrollo a partir de ahí. Una vez que llegué a algún lado lo dejo descansar y al tiempo lo retomo y veo donde tiene que tener más intensidad o dónde debe callarse, etc.

foto de: Majo Arrigoni
6-¿Cómo arrancás la escritura: a partir de una imagen, una escena o una idea?
En general son imágenes y gran parte de los cuentos constituyen la búsqueda de una explicación. La lectura de algunos escritores que amé desde siempre me ayuda a inspirarme. No es que me ponga a leer buscando inspiración, pasa nada más. Después esa idea inicial cambia tanto que a veces llega a desaparecer.

7-¿Qué le aporta a los cuentos el hecho de que seas poeta?
La poesía no tiene nada que ver con la narrativa, que no busca llamar la atención sobre sí misma sino sobre lo que está detrás. Ese estado de suspensión de la realidad del que muchos hablaron. Si el lector se pone a admirar la frase de un cuento ya lo perdiste: escribís muy bien pero no lo sedujiste, y si no hay seducción no hay narrativa.
8-¿Notás algunas influencia, de tus contemporáneos o de cualquiera, en estos cuentos?
Leo mucho a mis contemporáneos y trato de robarles alegremente lo que pueda sin que se note. También hay una especie de espíritu de época del que no podemos estar exentos. De ahí las extrañas modas que se producen cada tanto en lugares disímiles que no tienen mucha conexión entre sí. De pronto todo el mundo se pone a escribir sobre vampiros, por ejemplo.

9-Teniendo en cuenta que estos cuentos esperaron 2 años para salir, ¿cómo los ves ahora?
No me animo a releerlos.
10-¿En qué estás trabajando en este momento?
Me puse la norma de no hablar de lo que estoy escribiendo hasta terminarlo. Así que no puedo decirle a nadie.

Hablan las que escriben. Hoy responde: Fernanda Nicolini.

por Walter Lezcano

Hay veces en los que la belleza y la inteligencia se conjugan en una misma persona. Son Cosas de la naturaleza que hay que agradecer. Fernanda Nicolini, cuya belleza muestra la foto y para comprobar su sagacidad e inteligencia hay que leer algunas de sus notas en Llegás o Crítica o una reciente en Clarín, tiene varias ocupaciones que se concentran en la escritura: periodista y escritora. Hace un tiempo salió una gran novela , hecha a cuatro manos con Mercedes Halfon, llamada Te pido un taxi. Un texto que, más allá de sus méritos literarios, que son muchos, viene a confrontar con dos ideas pegajosas y falaces: de que las minas escriben novelitas rosas y que no se puede sacar un texto bueno en colaboración. Bueno, ahí está la novela. Fijensé que las intervenciones de esta mujer, que también mantiene un blog: Autobombo, buscan derribar lugares comunes.
Pero no la hagamos más larga. Ella está acá para respondernos unas preguntitas. Un placer. No todos los días se recibe una mujer como ella.

Hoy responde: FernandaNicolini

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

Uno de lectura viejísimo que usó mi abuela para enseñarme a leer cuando tenía cinco años, de esos que decían “mi mamá me mima”. Mi abuela era maestra y me cuidaba durante el día y se ve que me adoptó como alumna para no aburrirse (después yo me aburrí en primer grado). Pero si pienso en algún libro de mi vida “autónoma” como lectora es Mujercitas, de Luisa May Alcott. Yo quería ser Joe, el personaje que se cortaba el pelo como varón y soñaba con ser escritora. Ah, y también David Copperfield, de Charles Dickens. Los leía una y otra vez y ya sabía en qué partes iba a llorar.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?

No tengo recuerdo de comprar libros sino de tomarlos prestados de las bibliotecas de mis amigos, incluso de la pequeña biblioteca de mis padres en la que había bastante literatura berreta como Sidney Sheldon: un escritor de best sellers que siempre armaba historias de actrices pobres que trepaban en Hollywood acostándose con productores y terminaban convertidas en estrellas fatales. Eran historias fascinantes, había sexo (¡era como ver una película prohibida para menores de 13!) y la trama era un relojito perfecto: no es fácil hacer un best seller, no hay dudas. Después, cuando tuve plata que gané trabajando –a los 16 años- me fui a lo que yo creía que era la “buena literatura” y me compré La Hojarasca, de García Márquez (pero por un tiempo extrañé a las rubias pérfidas de Sidney).

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste? :

En realidad, todos los que yo decía que tomaba prestados, no eran tan prestados. El primero que robé fue una antología de poesía española en tapa dura azul que traía poemas de Cernuda, García Lorca, Hernández. Era de la hermana de una de mis mejores amigas y me lo llevé silbando bajito mientras ella hacía las tostadas. También robé De qué hablamos cuando hablamos de amor y Tadeys, de Lamborghini –no entendí nada- a los 15 años más o menos, de la casa de un amigo, de la que me fui llevando varios, hasta que un día me dijo “¿me devolvés los libros que te llevaste?”. Ahí me encariñé con ese dicho que dice “los libros no se prestan ni se devuelven (se trafican a espaldas de sus dueños)”.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

Me encantaría ser original en la respuesta pero no: Cortázar. Un día, cuando tenía unos doce o trece años, una compañera de colegio llevó uno de los tomos de los cuentos completos que editó Alfaguara. Era un libro gordo, pesadísimo. Durante el recreo se lo pedí y me puse a leer La noche boca arriba. Y no pude parar: me escondí detrás de unas sillas que estaban apiladas en el aula y me quedé leyendo toda la mañana, no podía creer que fueran tan maravillosos. Y a partir de ahí empecé a leer lo que fuera, en ediciones baratísimas . Quiroga, Bioy, Casares, KafkaAh, en la adolescencia también descubrí a Pizarnik, claro, perfecta para regodearme en la melancolía existencial de esa edad. De algún modo, desde ella llegué a la poesía de los noventa mucho tiempo después (Fabián Casas, Martín Gambarotta, Laura Witnner, Cecilia Pavón).

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

Ganas de decir algo y tiempo.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:

Un poema para un concurso del colegio. Era un poema muy trágico, casi existencial, que se llamaba El tiempo (es el único de mis poemas que me sé de memoria) y que empezaba: “Atada a él mi vida gira/y su pasar sin descanso/ enloquece mi mente/ al querer controlarlo”. ¡Era con rima! El director de la escuela lo colgó en la sala de maestros, creo como una advertencia del estilo “cuidado que en séptimo grado hay una nena que anda con pensamientos raros”.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?

Sacando los concursos del colegio a los que me presentaba siempre (una vez me gané un libro de Bendetti), a los 18 armé un librito artesanal de poemas en computadora y con tapas de hojas canson. Eran poemas horribles. Pero hace poco alguien me dijo que encontró ese librito en la biblioteca de Pedro, que había sido mi jefe en el estudio jurídico en el que trabajaba de secretaria, y me dio cierta ternura saber que ese libro existía en algún lado. (espero que nadie más lo tenga)

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:

Estoy escribiendo algunos cuentos y una suerte de novela corta que retomo cada tanto, a veces ese tanto es tan largo que hasta cambia mi manera de escribir. Para cuando la termine seguramente ya no me guste.

9-Un libro imperdible

El primero, cualquiera que sea.

10-Una definición de escritor

Alguien que se anima a contar algo con palabras y que, para eso, lee más de lo que escribe.

Gracias, Fernanda

Apuntes de lectura. Hoy: Chamamé, de Oyola

Por Walter Lezcano


*Hacía tiempo que deseaba leer algo de este autor. Había fichado en los medios algunas cosas buenas sobre el tipo que su nombre me quedó dando vueltas en el bocho. Terranova, por ejemplo, dijo que estaba destinado a ser el mejor escritor de policiales del país; y yo a lo que dice Terra le doy bola porque el chabón sabe.
Por Solano, esta dulce tierra en la que vivo y lo seguiré haciendo, no había ninguno. En Quilmes sólo estaba Hacé que la noche venga, una novela con una virgen en la tapa que sacó Mondadori; pero estaba muy cara para mi magro presupuesto.
Entonces le pregunté a Funes si tenía algo de Oyola, y él me dijo que tenía Chamamé. No lo había sentido nombrar y no me importaba. Pasámelo, le pedí.
Unos días después estaba en mi cama sin poder soltarla.

* Hay dos epígrafes en la novela. El primero da cuenta del significado de la palabra Chamamé y te ubica en el espacio, Corrientes (lugar donde nací y al que nunca volví). Esta entrada, teniendo en cuenta que esta novela salió publicada en una editorial española: Salto de página, ayuda a los lectores a situarse en el mapa. Lo que es muy interesante teniendo en cuenta que es un escrito que tiene una identidad marcada y la lleva bien al frente y en profundidad, hasta las últimas consecuencias.
El segundo epígrafe es un diálogo de una película: un western llamado Young guns 2.
Entonces, me preguntaba, ¿voy a encontrarme con una de tiros y de factura nacional?
Así es. Eso y mucho más.

*Manuel Ovejero A.K.A. El Perro y El Pastor Noé son dos chorros despiadados que primero son ñeris y después terminan enfrentados a muerte. Esto último no es un eufemismo. El Perro, el narrador de la novela, sale a buscarlo al Pastor Noé para saldar cuentas. Y, hay que decirlo, estos tipo arreglan las cosas no con palabras sino con pólvora y gatillo.
Entonces tenemos una búsqueda que nos lleva a toda velocidad por toda la vida de estos dos tipos con los que uno se termina encariñando pero de ninguna manera se quiere cruzar.

*La violencia y cómo narrarla. Esa es un cuestionamiento que la novela resuelve poniéndose en el ojo del huracán. Es decir, habla en primera persona para meter lo verosímil en la frente del lector. Esa es una voz que pone el cuerpo. Y esa elección a la hora de contar dialoga con la que tiene Plata quemada, otra gran novela de y sobre la violencia. En el texto de Piglia se utiliza la figura del periodista que reconstruye una historia increíble, lo que da cierta distancia sobre lo que se está contando. Aquí, en Chamamé, El Perro larga todo lo que le pasa y uno siente que está con él en todo momento, nunca lo perdés de vista. A diferencia de lo que ocurre en Plata quemada, todo te viene de primera mano.

*Pienso que lo complejo es poder transmitir con palabras una clase social, una manera de habitar el mundo, en definitiva: una visión de mundo. Y todo lo que dice El Perro va mostrando sin fisuras ni impostaciones de dónde proviene. El tipo sale del fondo de la olla, de ahí abajo, y habla de esa manera. Pero no todo lo que dice se pierde si viviste toda tu vida en un country, porque algunas cosas, oficiando de educador para lectores neófitos en la materia calle, se explican, por ejemplo: qué es un Frentoki o un ´ta te quieto, entre otras cosas. Se abre el juego para que muchas más personas puedan participar y disfrutar de la lectura.


*Y también estás la cantidad de canciones que aparecen como rastros de una cultura popular de la que mana un lugar de pertenencia. Para el bardo Guns ´n Roses, para padecer la soltería Turf , o como aparece en la dedicatoria, corte que no puede ser rocanrol todo el tiempo, Bon Jovi. Y muchos más. Esos nombres contemporáneos refuerzan la idea de actualidad y de soundtrack en esta novela que entrega acción, suspenso y emoción como esas grandes películas que daba Canal 11 en el viejo y recordado ciclo llamado Sábados de superacción. Lo que da para la nostalgia y te conecta con muchas sensaciones que uno busca repetir constantemente. Cierto vértigo que hace de la vida algo mucho más intenso que solo mirar el reloj y ver el tiempo desmantelarse entre nimiedades.
Cosas como esas ocurren cuando uno lee esta novela. Y todo eso lo logró con palabras y sin efectos especiales.

Working class

Se viene la segunda edición de BAILANTA
con ropa nueva.





Muy pronto
y con viento a favor
lo tenemos listo para mediados o fines de junio.

Sector V.I T (very important tema)



habla el pequeño editorbarraencuadernador¿Qué van a decir los diarios? ¿Qué van a decir los libros de historia -editorial- sobre "Misoginia Latina"? ¿Por qué importa tanto lo que otros opinen? Creo que porque hemos puesto mucho trabajo en ello. Uno crea lectores imaginarios que leen y descubren errores, entonces, se borran los errores para que ese lector no los lea. Quita las erratas, quita las viudas, quita las palabras mal separadas, tipeadas o frases que no resisten un mínimo análisis, etc. En esa corrección, en ese pulido, ese meticuloso trabajo de laboratorio en el que se observa y se adorna, se nos va la vida, la pasión por algo "sin significados" para esta sociedad materialista y existista.
Se nos llena la cabeza de preguntas que intentamos responder con la simple observación del objeto libro.
¿Qué preguntas me hago yo, como pequeño editor, al publicar "Misoginia Latina"?Millones.
¿Hay respuestas?
No me gustaría darlas porque siento que condicionarían la lectura. Pero por algún lado hay que entusiasmarte a vos que leés del otro lado de la pantalla.En un principio tenía un guía, un pequeño faro de parámetro, una crítica y autocrítica constantes que obligaba volantazos o afirmaba nuestras convicciones. Ese trabajo lo hacía Terranova para la Funesiana. Y ahora, de un tiempo a esta parte, he tenido que guiarme por algunos "consejos", mucho prejuicio de amigos que te dicen "¿pero cómo? ¿vas a editar a Juan Pérez? Pero si ese es un pelotudo" y a quienes les pregunto el por qué de semejante calificativo y te dicen "porque tiene el pelo largo, man. Nadie con pelo largo es buen escritor."
¿Qué onda?
Funes, en la Funesiana
abre el juego mientras prepara la nueva bestia.

Hablan los que escriben. Hoy responde: Mercedes Halfon


Por Walter Lezcano

*La chica de la foto se llama Mercedes Halfon. Y hace muchas cosas, todas ellas relacionadas con las cosas bellas. Actriz, poeta, blogger y escritora. Yo la descubrí a partir de su labor en Radar, en donde despliega su delicadeza para escribir sobre diversos temas. Puede ser una obra de teatro, una película, un broli o una figura emergente que sólo tiene cosas interesantes para decir. Ahí, en ese mundo mecánico, hecho de puro oficio y fórmulas, como es el de los periódicos, ella encontró una manera de contar atractiva. Sin estridencias, ella puede informar, algo harto sencillo, y movilizar, algo difícil de lograr, al lector.

*¿Hay universo más fascinante y misterioso que el de la mujer? Creo que no. Las mejores y las peores cosas de mi vida pasaron por ese lugar. Y la cuestión es que desde los medios de comunicación todavía no se puede estar a la altura de semejante compejidad.
Las 12, el suplemento dedicada a la mujer de Página 12 , quiso cambiar un poco ese paradigma de ubicar a la mujer en un terreno superficial.
Con Autobombo, el blog que mantiene junto a Fernanda Nicolini, se intenta intervenir en esa cuestión. A ver: mujeres inteligentes hablando para lectores sofisticadas y que no se comen ninguna.

*Lo que siguió fue la publicación una excelente novela, Te pido un taxi, a la que se le nota el trazo de dos minas que saben escribir. Al texto se lo vendió como parte de un nuevo género llamado Chic Lit . No tengo idea de lo que será eso, pero me suena a marketing. Y la novela está muy lejos de ser un manotazo de ahogado para nenas que pretenden leer algo, cualquier cosa, para no sentirse tan boludas.
Y si bien la tapa es muy fea, porque juega con el imaginario que coloca a las mujeres en ese lugar de búsqueda y sumisión al hombre, todo cambia cuando uno abre el libro. Este no es un libro para mujeres, sino para todo aquel que quiera leer una gran libro.



Hoy nos visita: Mercedes Halfon

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

Uno de cuentos de terror de Elsa Borneman. Eran tremendos, casi como los cuentos clásicos en cuanto al uso de una violencia literaria que no tiene para nada que ver con lo que ahora se piensa como "literatura infantil". Me pasé noches enteras en blanco después de leer ese libro, aterrorizada con los crujidos de mi casa. Algunos de esos cuentos tuvieron secuelas en mi vida que duran hasta el día de hoy.


2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?


Me acuerdo muy patente de uno de Cortazar, que compré en la Feria del libro durante los primeros años del secundario. Había leído cuentos de él, en libros que me había prestado una vecina y me gustaban, me parecían "re locos", entonces cuando vi el de poemas me decidí a gastar todos mis ahorros en el. Se llamaba Salvo el crepúsculo y todavía recuerdo una parte donde hablaba sobre la poesía en general y decía que leer un poema era como escuchar música con auriculares. Yo por esa época andaba con el walk man de un lado a otro asique esa imagen me pegó fuerte y todavía me funciona como definición. Pensar la poesía como un sonido que va, sin pasar por afuera, de un interior a un interior.


3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?

Robar, lo que se dice robar, creo que no robé libro alguno. Una vez me robé el librito de adentro de un casette de Celeste Carballo en musimundo. Estaba con dos amigas, tendríamos 12 años, y nos agarraron. Fue malisima la situación, el tipo de seguridad nos trataba como si fuéramos Al Capone, y nosotras muy sugestionadas, casi llorando, le dijimos que lo devolviamos y que estábamos arrepentidas. Al final sólo nos revisó la mochila y cuando vio que yo tenía una camiseta de San Lorenzo guardada dijo: "Bueno, las perdono pero por esto".

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

Es muy dificil decir sólo uno, es más bien como un coro lo que uno tiene atrás cuando empieza a escribir. Pero pienso en El amante de Marguerite Duras. La gramática de ese libro, oraciones cortas, repeticiones, súper poéticas y contundentes, me impresionó muchísimo. Había algo descarnado en la forma en que ella contaba esa historia de amor en su infancia, la relación con su madre loca, y con el paisaje tan presente, que me marcó a fuego. Había en el libro claves de lo femenino y de la escritura que persisten en mi. Cuando lo leí, en los primeros años de la facultad, tuve la rara sensación de que ese libro me venía influenciando desde antes de leerlo.


5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

Estar en vena. No se qué eso exactamente, no se cuándo va a pasar, pero a veces pasa y ahí es cuando me pongo a escribir. Esto me complica cuando me propongo escribir algo más largo, porque en esos casos creo que sería bueno tener una disciplina, pero no me sale. A veces paso la tarde entera frente a un texto que no avanza y a veces en dos horas escribo todo lo que en meses no pude hacer. Es bastante ingobernable para mí. Y angustiante también.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:

Unos poemas sobre flores naturales y artificiales, en plena pubertad, tomada por una especie de romanticismo dieciochesco frente al lago y las cumbres escarpadas de Bariloche. Soy muy suceptible a ese paisaje.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?

La plaqueta Dormir con lo puesto en 2007, por Zorra poesía. Son poemas que quiero mucho, como lo primero que "pude escribir y que sea algo" y que todavía leo con simpatía. Tengo ganas de retomarlos en algún momento porque son para mi el germen de otra cosa que por ahí ahora este más preparada para escribir. Tal vez lo haga.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:

Nada productivo.


9-Un libro imperdible


Pseudo de Martin Gambarotta.

10-Una definición de escritor


Alguien que usa las palabras como si la estuviera inventando en ese momento.


Grcaias, Mercedes