Hablan los que escriben. Hoy responde: Diego Vecino.


por Walter Lezcano


Hay que dejar en claro que la juventud (sea espiritual o certificada por el DNI) es un valor. Que el rock tiene que ver con eso de la rebeldía, la inquietud y la inteligencia. Es decir, se relaciona con esa etapa increíble, confusa e irrepetible, por suerte, de la vida: la juventud. Todo esto viene a cuento de que Diego Vecino, un tipo joven, es una de esas personas, lo digo por lo que escribe, apenas lo vi una vez, que siempre tiene algo para decir y que entra en la categoría de "interesante". Por ser joven o porque escribe, y muy bien, sobre esa música que muchas veces parece domesticada y cada tanto, muuuy cada tanto, demuestra que está viva y no se alimenta de los movimientos del mercado; hablo del rock & roll, señores. Digresión: hablando de eso, quiero decir que el Festipulenta es hoy en día el único festival rockero realmente independiente de la Argentina y en donde la música es la única vedette. Aparte funciona como zona de descubrimiento y encuentro. Es todo felicidad ahí. Sigo con Diego. Sin ir más lejos, Vecino tiene escrito un libro que se llama "Flema es una mierda". Y se puede leer en Scribd. También estuvo al frente de Contrarreforma, una revista combativa de cultura joven, en donde escribía de todo. Ese proyecto, como muchas cosas en nuestra vida, ya fue. Si no, él cada tanto publica en La Maquiladora. Busquen leer las cosas de Vecino, vale la pena tomarse ese tiempo, va ser mucho más trascendente que ponerse a tuitear.
Por eso hoy lo invitamos a que responda unas preguntitas. Y se copó, eh.

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
Unas versiones resumidas de mitos griegos y Socorro de Elsa Bornerman, por lo que recuerdo

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
Estoy casi seguro que fueron Los cuentos del Osito Mimosito, que eran los textos el radioteatro de Cuál es

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?
El Adolfo, de Miguel Wiñazki

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Esos primeros que leí, seguro

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Estar de buen humor y haber cobrado

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?
No se, unos poemas insignificantes, como todos

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Lo más cerca de publicar que estuve fue subir en pdf mi libro sobre Ricky Espinosa a mi cuenta de Scribd. Lo veo bien.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?
Un libro sobre bandas de rock y la consolidación de una visión de época más o menos hegemónica en la Argentina de los últimos ocho años

9-Un libro necesario
El sentido social del gusto, de Pierre Bourdieu, es un libro al que acudo mucho, pero no sabría bien qué es un libro "necesario"

10-Una definición de escritor.
Un tipo reconocido como tal cosa por el sistema de distribución desigual de prestigio que delimita la circulación de textos definidos como "literarios", que son, a la vez, todos aquellos que ese mismo sistema defina como tales en cualquier momento dado de su historia.

11- ¿Para qué sirve un taller literario?
Para establecer vínculos con gente y, lateralmente, posicionarse al interior de microcomunidades de circulación de capital simbólico.

Gracias, Diego.

Feria de Solano: Museo a cielo abierto



Andrés Marchesin


Para el que mira sin ver, la feria de Solano es feria, nomás. Pero hay que dejar de lado los puestos habituales de los productos a estrenar para ver que la feria de Solano es otra feria: la de lo usado, lo obsoleto, lo roto o en parte, lo anticuado, lo abandonado. La que le da valor a lo que ya no lo tiene. Un museo viviente y sin vitrinas, en el que el remanente del consumo de un siglo puede no solo aparecer y apreciarse, sino comprarse y venderse.

Desde temprano -más concurrida los sábados, pero también los miércoles en los que el clima acompaña- los colectivos de tres cifras acatan el bloqueo que la feria les impone, alejándolos del asfalto sin baches. Es que la feria de barrio, la de las vecinas con bolsas y changuitos, la de las que compran ropa y calzado, fue dando lugar, no por casualidad en los ´90, a una hermana siamesa más humilde.

El barrio de San Francisco Solano está dividido en dos partidos, ocupando los márgenes de Almirante Brown y Quilmes. El centro comercial está del lado de Quilmes, sobre Calle 844 partiendo desde la estación del desaparecido Ferrocarril Provincial. Perpendicular a 844, la feria original sigue ocupando el tramo de quince cuadras sobre Av. Donato Álvarez, desde la estación hasta Av. San Martín.

Llegando a esta esquina, sobre el extremo de la feria inicial, comenzaron a ubicarse personas -con una manta o apoyando sus cosas en la tierra- vendiendo herramientas oxidadas, sillas, bicicletas, carritos de bebé, video caseteras. Objetos usados, abandonados, rotos, que tuvieran o encontraran y que permitieran obtener algún ingreso. Esto es lo que predomina aún hoy: lo que pueda vender el busca, el cartonero con lo que encontró o le dieron, lo que alguien de la familia ya no usa o tira, o se ve obligado a vender.

Aprovechando el flujo de compradores en el cruce de avenidas, por más de quince años la ramificación se fue extendiendo, ocupando ahora terrenos del ferrocarril paralelos a la feria original, y siguiendo por una sola de las veredas de Donato Álvarez, hasta el arroyo San Francisco, donde dobla bordeando ambas márgenes hasta la Calle 896, aproximadamente trece cuadras. Conforme pasan las semanas se agrega algún feriante. La sensación es que ambas partes de la feria comparten públicos distintos y se ven beneficiadas por el caudal de gente.

Marketing off

Se le pueden llamar puestos a los de la feria tradicional, ordenados sobre el asfalto de una Donato Álvarez interrumpida al tránsito, con sus trailers, mesas, cajones, sombras y lonas para protegerse del clima. En cambio, en el resto, rige la precariedad. Desde el vamos, se despliegan las cosas a vender sobre la tierra, ya sea terreno, calle o vereda. Algunos tienen el privilegio de estar instalados sobre el asfalto de un garaje de corralón o el de poder acarrear un tablón bamboleante para poner las cosas. Si llovió hace poco, se colocan maderas que facilitan el paso de clientes sobre zanjas y charcos.

Se puede subdividir la feria marginal en tres espacios: un sector establecido sobre la ancha vereda este de Donato Álvarez (el tránsito no se corta en ese sector) y otros dos más precarios aún, uno sobre terrenos del ferrocarril y el otro sobre las dos calles de tierra a ambos lados del arroyo. En estos dos últimos es más frecuente ver el cambio de protagonistas y la aparición de nuevos feriantes. La feria, para la mayoría de ellos, forma parte de un circuito económico informal en el que se pueden involucrar.

Una vez en territorio, la puerta se abre para intentar buscar el tesoro escondido para particulares, revendedores o coleccionistas: muebles, adornos, cuadros, objetos funerarios, monedas, billetes, ropa, calzado, electrodomésticos, envases, herramientas, cuchillos, artículos de cocina, libros, revistas, discos, juguetes, la biblia, el calefón, el sable y el remache. Cualquier eslabón perdido de la historia del consumo. El estado varía desde lo bueno y lustroso hasta lo que a priori parece inservible.

Las leyes universales del marketing no gobiernan este paisaje. El único maquillaje es la tierra, poco es lo que está limpio, ordenado, destacado o clasificado. El que quiera descubrir tiene que caminar, agacharse, preguntar, revolver, entrever, quitar cosas de encima, ensuciarse. A veces hay que ubicar al vendedor mismo, ayudado por el puestero vecino, que cuida las cosas en su ausencia. Del otro lado de la manta suele haber buena disposición: la invitación a ver sin compromiso, una explicación de usos y costumbres si el objeto es muy particular, o tiene una historia detrás. Muchas veces el precio surge espontáneo durante la observación y si el interés incluye otras cosas surgen ofertas por variados combos. De ser necesario probar el funcionamiento de una radio o electrodoméstico, el vendedor cuenta con la ayuda de alguna casa o puesto cercano.

Al paso

Los mojones que integran toda la feria de Solano son las parrillas y comedores, tanto las que están dentro del circuito de la feria, como las de las veredas que cobran vida gracias a ella. Monopolizan el olor de la feria y también compiten con los vendedores de CD´s por aportar el fondo musical: cumbia, reggaeton o chamamé se entrelazan para formar pistas aleatorias durante el recorrido. El tour de digestión ambulatoria es otra posibilidad: choripan y milanesa desde $5, empanadas caseras desde $1, hamburguesa, pancho, ensalada de frutas, chipa, sopa paraguaya, son voceados por pequeños puestos con sartenes al paso o bien, vendedoras a pié.

Acarreo y cierre

Pasando el mediodía, lo que no se vendió se va transformando en apilados bultos y empiezan a verse claros entre los feriantes. Resurge una aceitada logística de recolección y acarreo. Cualquier medio con ruedas que arranque o se pueda empujar grafica el ir y venir incesante: caballos, carritos, bicicletas, motos. Autos descascarados de décadas pasadas desfilan en la feria, no solo son medio de transporte y carga, sino que un capó brinda un excelente lugar de exposición.

A media tarde, vuelve a verse el escenario vacío de casas bajas, galpones, madereras y corralones. Las botellas de cerveza en las veredas acompañan la buena o mala suerte del día. La gente que queda se va aquietando alrededor de las mesas de las parrillas, donde el museo se va haciendo humo por las chimeneas. Los colectivos reconquistan el territorio. Si no se vendieron esta vez, la biblia, el calefón y el sable volverán a encontrarse para protagonizar sobre las tablas de Solano, la remake siglo XXI de Cambalache.


Funesiana tiene nuevo libro

nueva presentación
nuevos libros
nuevos poetas


el mismo amor de siempre



Llegó Enrique Winter a la Funesiana y queremos hacer que lo oigan hasta las baldosas. Inauguramos un amoroso lugar a la vuelta de la famosa esquina Corrientes y Callao, un pasaje, el único centro cultural de la cuadra, hermoso, cálido, grande y regenteado por amigos que batallan contra el aburrimiento. Acercate, conocé los libros, los autores y el lugar.
Después brindamos.

Pereyra


Texto leído por Luis Orani

el 19 de mayo en la presentación de la editorial

en Quilmes

1

El ex club YPF, pegado a los ex laboratorios YPF. Esos monolitos blancos clavados en la triple frontera entre Florencio Varela, Quilmes y Berazategui. Cuando los laboratorios cerraron, el club siguió abierto, regentado por un viejo de pelo largo y bigote que siempre andaba en cueros y calzado con una lechucera. Después lo compró un sindicato que no le prestó demasiada atención. Ahora, en el agua podrida de la pileta, está flotando el Migue. Tiene la cara gris e hinchada. Los pibes dieron con él después de tres días de búsqueda.

2

El predio de los ex laboratorios ocupa seis manzanas. Ahora alberga a la Universidad Jauretche. También a los astilleros de la Unqui y la Comisaría de la Mujer. Los pibes pasan las bicicletas por un hueco en el tejido y salen a Camino General Belgrano. Saben que tienen que ir al Parque. La manera más rápida es por Ruta Dos, pero es un día complicado y ahora son uno menos. Toman la Catorce hacia el centro de Berazategui. En fila india, las tres bicicletas lustradas. Los rayos están pulidos. Es un día de sol. Pasan por el club de los Textiles. En la cancha de fútbol juegan quince contra quince, chicas y chicos mezclados. Es el día de la primavera.

3

Llegan a Estación Berazategui. El cruce de las vías es lento. La juventud rebalsa en los andenes. Hay un par de guitarras, no más. Sí unos cuantos equipos de música. Botellas de plástico con líquidos de varios colores. Nadie paga boleto. Los pibes cruzan, vuelven a subirse a las bicicletas y se van por Lisandro de la Torre, bordeando las vías, al sur. Yoni pedalea atrás de todo. No quiere ir al Parque.

4

Yoni está enojado con el Migue. Se había pactado tregua para el 21. Sólo iban a pelearse los más pendejos. El Migue quería pudrir todo. Se la tenía jurada a Tacuara, capo de Villa del Plata, y tres noches antes salió a hacer pintadas. No llevó las plumas puestas. Ahora es un pedazo de pan viejo flotando en agua verde. Leo y Chapa están yendo a rectificar las cosas en el Parque. Yoni va porque no los puede dejar en banda. Se le aflojan los brazos y casi pierde el control de la bicicleta.

5

En el Polideportivo Municipal de Berazategui hay un grupo de remeras rojas. Es su territorio. El desafío es ineludible, aunque ambos bandos saben que los pibes son superiores. Leo fija el manubrio hacia la carne de cañón, mientras ubica su mano izquierda en el cabo del caño cromado que sobresale de la mochila. Leo es zurdo y el ángulo es favorable. Los remeras rojas bajan a la calle y se ponen en guardia. Son muñecos. Leo acelera y el viento le sacude las plumas blancas cosidas a su chaleco de jean. Abanica el caño contra el que le sale al cruce. Los dientes no son cosas muy grandes, pero todos pueden ver cómo se reflejan en el caño. También cómo se suspenden en el aire. Chapa y Yoni se bajan de las bicicletas y acuden a la batalla a puño limpio, sin desenvainar sus armas características. A Yoni le viene bien para dejar de pensar. Es rápido y fácil. El enemigo huye malherido. Leo limpia el caño en un pedazo de tela rojo abandonado.

6

Chapa va en la bici sin manos y dando alaridos. No ve la hora de toparse con uno de los de Villa del Plata. Canta una canción sobre putos de remera verde que no aguantan nunca y corren siempre. Leo sigue encabezando el convoy. Yoni desenredó su cadena del cuadro de la bici y ahora la lleva en el brazo derecho como una manga. Llegan a Hudson, pasan por debajo de la Autopista Buenos Aires-La Plata. Ya es campo abierto y no hay nadie.

7

Se internan por Estancia San Juan y Chapa ya no grita. Los pájaros los ignoran. El pasto está alto. Pasan por una alameda: plumas blancas, plumas grises, plumas pardas, cosidas a chalecos de jean marca Charro. Migue usaba plumas negras.

8

Los pibes cruzan el arroyo Pereyra por un puente pequeño. Entran al bosque. El sol no pasa. Van despacio y se les empieza a secar la transpiración. No escuchan otra cosa que los piñones de las bicicletas. Yoni está nervioso y la cadena le impregna en la mano olor a óxido. Leo empuña el caño cromado. Chapa saca de un bolsillo del chaleco su tramontina. El mango está grasoso y la hoja en parte quemada. El arroyo ahora es verde y empantanado. Ya están en los terrenos de la Academia. Falta poco para el Árbol de Cristal. Están cerca del Parque.

9

El Árbol de Cristal está en un pequeño claro. Se trata de una especie malaya, el Agathis Alba, cuyo único ejemplar en el continente americano es el que está en los terrenos de la Academia. Es un árbol enorme, de tronco gris y hojas gruesas y ásperas. De las ramas gotea una resina que a trasluz parece un pendiente de vidrio. Dicen que se ve muy bien en las noches claras. Pero ya nadie se mete en la Academia después de que oscurece. Los pibes no lo harían si no fuese porque tocar el Árbol de Cristal atrae a la buena fortuna. La necesitan. Perdieron al Migue.

10

Dejan las bicicletas a la sombra y se acercan al Árbol de Cristal. De nuevo en el sol, plumas blancas, plumas grises, plumas pardas. Un caño cromado, un tramontina y una cadena. Antes de tocar el Árbol hacen un paneo del lugar.

—Vengan, putos —susurra Chapa.

Hay cardenales y zorzales. Es un veintiunode septiembre ideal. Los pibes tocan el Árbol, sienten su temperatura. Caen algunas hojas. Los pibes escrutan las copas. Pasan dos cotorras volando.

11

Vuelven a las bicicletas. Leo va adelante. A él le caen primero.

—¡Vucetich! ¡Putos de mierda! —grita Chapa.

Los internos de la Academia se arrojan desde los árboles. Traen el pelo al ras y equipos de gimnasia azules. Leo está en el piso en un embudo de patadas. Yoni revolea su cadena, tratando de dispersar el enjambre de cadetes. Le pegan en un ojo. El tramontina de Chapa ya tiene sangre.

12

Los pibes escapan. A pie. Cruzan Centenario todos magullados. Los Vucetich no tienen permitido salir de la Academia. Los pibes se acercan al grueso de la juventud que festeja en Pereyra. Hay muchas motos y poco lugar para sentarse. La música es fuerte y también el olor a chorizo. Chicas y sol. Chicos y humo. Chapa roba una botella de plástico con vino tinto y gaseosa de naranja a un grupo de chicas de un colegio privado. Todas tienen la chomba del instituto. Chapa rodea a una de ellas por la cintura con un brazo mientras que con el otro le pone el pico de la botella en la boca. Ella le escupe la cara. Chapa le levanta la chomba, se agacha y se limpia la cara. Cuando se para se marea. Son demasiados, hay demasiado de todo, salvo espacio. Es un recital sin escenario. Grupos enteros se detienen y fijan la vista en una u otra dirección. Desde algún lado tiene que llegar la primavera. Leo debió girar en algún momento porque está otra vez en Centenario. Él es el que peor quedó. Agarra una bicicleta sin que nadie le diga nada. Pedalea unos metros y se cae. No escucha cómo se ríen de él.

13

Yoni no encuentra a los demás. Tiene sangre y humo en la vista. Cree ver un par de remeras verdes juntas, que se mueven. Los sigue. Choca, pega hombrazos. Nadie se le planta. El sol está alto y los límites del parque se borran con la multitud. Yoni levanta la cadena, la hace girar. De a poco, a los golpes, abre un círculo entre la gente. Ya no ve remeras verdes. Alguien le tira una piedra y le pega en el hombro. La cadena sigue girando. Yoni se fija en una remera blanca con una virgen estampada. La lleva una chica con el pelo rosa en degradé hacia rubio. Parece una calcomanía con holograma. Yoni va hacia ella y con él se mueve el círculo que lo rodea. Olvidó cómo caminar: avanza con la trompa y sus pies lo siguen a la fuerza. La cadena se enreda en el cuello de la chica con la remera de la virgen. Yoni siente el tirón, el roce con la piel, la quemadura que le provoca. La presión en la traquea. El círculo se rompe. Son muchos y él ya está en el piso. Vuelan las plumas pardas. No hay más humo. Sí el gusto a óxido de la sangre. Y el olor: tierra, pasto, vino, gaseosa.

Diario de un editor del conurbano. Uno

20 de mayo
23:03


Anoche todo salió joyísima en Despertándonos. Tenía miedo de que algo saliera mal, de que algún autor no vaya, o la banda no fuera, en fin, de que el azar se meta para arruinar un momento preciado. No fue así. Cayeron todos.

Los del bar se re coparon cuando vieron todas las mesas llenas. Creo que por eso no nos cobraron, a Patri y a mí, las cervezas y los fernet.

Las lecturas estuvieron buenas para todos. Eso de separarlos en dos tandas, poetas primero y narradores al final, resultó mejor. Y se dio sin querer, sin pensarlo. La improvisación ayuda a veces.
Los poetas era la primera vez que leían. Igual se apropiaron del micrófono como si lo hubiesen hecho toda la vida, con cancha, muy sueltos y sin miedo. Después los vi felices, con el pecho grande de haber hecho un buen trabajo.

Con Patri nos quedamos en el bar hasta las dos y media, tres de la mañana. Y eso que hoy tenía que laburar a las siete de la mañana. Estábamos zarpados en alegría por lo que había pasado. No podíamos creer lo bien que había salido. Y nos acordábamos del cagazo que tenía yo de que no fuera nadie. Igual, ese miedo no se va ir nunca porque vamos aseguir armando movidas.

Esta mañana, sonó el despertador a las siete. Lo apagué sin darme cuenta y seguí torrando. Patri me zamarreó a las ocho y yo putié porque quería ir al trabajo. Tuve que mandar un mensaje pidiendo perdón por no haber ido. Me quedé mal, me gusta mi trabajo. Pero la verdad es que tenía una resaca demoledora. Así que me tomé el día y no fui a ningún colegio.
Con Patri nos quedamos recordando toda las cosas que habíamos vivido anoche.

23:30

Me llegan dos mail. Uno de una autora argentina que está en Nueva York. Me manda siete cuentos. No lo puedo creer, la anduve siguiendo para publicarla y se decidió, al fin. El otro mail es de un amigo cordobés por lo de la fecha que vamos a armar en Córdoba. La reputísima madre, esto de las buenas noticias siempre me inquieta porque creo que al toque va venir un garronazo como para equilibrar la balanza celestial, o algo así.

Vamos todos, eh!!!!!!

Invadimos Quilmes


Los esperamos a todos!!!
Abrazo y que sigan bien.

Adelanto archiexclusivo!

Así serán las nuevas tapas de La Rura del sol
y de
Bailanta.





Y las presentamos el Jueves 19 de mayo
a las 20:30 hs
en Despertándonos, Alvear 726, Quilmes.
Los esperamos a todos!
Abrazo.

Cenizas


Por Walter Lezcano

2

Y la calma llega
como una piña unplugged.
En un cajón del ropero
tengo la entrada de la segunda vez que vinieron los Rolling.
Esa vez te cuidé del pogo abrazóndote.

Esto va a tardar mucho.
Subo el volumen
de ese tema que no te gustaba.

4

Todos fuimos testigos esa vez
de lo que pasó
cuando usaste el pecho de coctelera
y mezclaste nostalgia con alcohol.

Al otro día
no paramos de contar,
de ver pasar los recuerdos.
Y fue gracioso
mientras estuvimos juntos.

Autómata



Si tuviera un auto nunca más

pisaría la plaza Constitución.

No volvería a oler como pequinés

la añejura de un condimento,

o el orín linyera de cada oficinista.

Pasaría a buscar a los de siempre

y me olvidaría del combustible,

me olvidaría de nuestras noches tristes,

nos rosearíamos con alcohol.

Me indicarían el camino, o quizás

deje manejar a alguien mejor que yo

para irnos a esos lugares que nunca comprendí,

los hirientes, los que nunca hablaron de eso infinitamente eterno.

Dejaría las llaves de mi auto en la mesa,

guiñaría todos los ojos a la camarera,

le pediría algo livianito, pero colorido y estridente

sería tan feliz! o algo muy parecido.

Si tuviera un auto te pasaría a buscar a vos,

tocaría tu timbre, podría hacerte luces,

te sacaría de la computadora, te fastidiarías,

me iría solo, pero con mi auto,

buscaría un trabajo,

espero no sea tarde, viejo.


Braian Giannico


Este pibe es de Solano

es inédito

y va leer el jueves 19 de mayo en la lectura de Quilmes

en la que presentamos la editorial.