Pereyra


Texto leído por Luis Orani

el 19 de mayo en la presentación de la editorial

en Quilmes

1

El ex club YPF, pegado a los ex laboratorios YPF. Esos monolitos blancos clavados en la triple frontera entre Florencio Varela, Quilmes y Berazategui. Cuando los laboratorios cerraron, el club siguió abierto, regentado por un viejo de pelo largo y bigote que siempre andaba en cueros y calzado con una lechucera. Después lo compró un sindicato que no le prestó demasiada atención. Ahora, en el agua podrida de la pileta, está flotando el Migue. Tiene la cara gris e hinchada. Los pibes dieron con él después de tres días de búsqueda.

2

El predio de los ex laboratorios ocupa seis manzanas. Ahora alberga a la Universidad Jauretche. También a los astilleros de la Unqui y la Comisaría de la Mujer. Los pibes pasan las bicicletas por un hueco en el tejido y salen a Camino General Belgrano. Saben que tienen que ir al Parque. La manera más rápida es por Ruta Dos, pero es un día complicado y ahora son uno menos. Toman la Catorce hacia el centro de Berazategui. En fila india, las tres bicicletas lustradas. Los rayos están pulidos. Es un día de sol. Pasan por el club de los Textiles. En la cancha de fútbol juegan quince contra quince, chicas y chicos mezclados. Es el día de la primavera.

3

Llegan a Estación Berazategui. El cruce de las vías es lento. La juventud rebalsa en los andenes. Hay un par de guitarras, no más. Sí unos cuantos equipos de música. Botellas de plástico con líquidos de varios colores. Nadie paga boleto. Los pibes cruzan, vuelven a subirse a las bicicletas y se van por Lisandro de la Torre, bordeando las vías, al sur. Yoni pedalea atrás de todo. No quiere ir al Parque.

4

Yoni está enojado con el Migue. Se había pactado tregua para el 21. Sólo iban a pelearse los más pendejos. El Migue quería pudrir todo. Se la tenía jurada a Tacuara, capo de Villa del Plata, y tres noches antes salió a hacer pintadas. No llevó las plumas puestas. Ahora es un pedazo de pan viejo flotando en agua verde. Leo y Chapa están yendo a rectificar las cosas en el Parque. Yoni va porque no los puede dejar en banda. Se le aflojan los brazos y casi pierde el control de la bicicleta.

5

En el Polideportivo Municipal de Berazategui hay un grupo de remeras rojas. Es su territorio. El desafío es ineludible, aunque ambos bandos saben que los pibes son superiores. Leo fija el manubrio hacia la carne de cañón, mientras ubica su mano izquierda en el cabo del caño cromado que sobresale de la mochila. Leo es zurdo y el ángulo es favorable. Los remeras rojas bajan a la calle y se ponen en guardia. Son muñecos. Leo acelera y el viento le sacude las plumas blancas cosidas a su chaleco de jean. Abanica el caño contra el que le sale al cruce. Los dientes no son cosas muy grandes, pero todos pueden ver cómo se reflejan en el caño. También cómo se suspenden en el aire. Chapa y Yoni se bajan de las bicicletas y acuden a la batalla a puño limpio, sin desenvainar sus armas características. A Yoni le viene bien para dejar de pensar. Es rápido y fácil. El enemigo huye malherido. Leo limpia el caño en un pedazo de tela rojo abandonado.

6

Chapa va en la bici sin manos y dando alaridos. No ve la hora de toparse con uno de los de Villa del Plata. Canta una canción sobre putos de remera verde que no aguantan nunca y corren siempre. Leo sigue encabezando el convoy. Yoni desenredó su cadena del cuadro de la bici y ahora la lleva en el brazo derecho como una manga. Llegan a Hudson, pasan por debajo de la Autopista Buenos Aires-La Plata. Ya es campo abierto y no hay nadie.

7

Se internan por Estancia San Juan y Chapa ya no grita. Los pájaros los ignoran. El pasto está alto. Pasan por una alameda: plumas blancas, plumas grises, plumas pardas, cosidas a chalecos de jean marca Charro. Migue usaba plumas negras.

8

Los pibes cruzan el arroyo Pereyra por un puente pequeño. Entran al bosque. El sol no pasa. Van despacio y se les empieza a secar la transpiración. No escuchan otra cosa que los piñones de las bicicletas. Yoni está nervioso y la cadena le impregna en la mano olor a óxido. Leo empuña el caño cromado. Chapa saca de un bolsillo del chaleco su tramontina. El mango está grasoso y la hoja en parte quemada. El arroyo ahora es verde y empantanado. Ya están en los terrenos de la Academia. Falta poco para el Árbol de Cristal. Están cerca del Parque.

9

El Árbol de Cristal está en un pequeño claro. Se trata de una especie malaya, el Agathis Alba, cuyo único ejemplar en el continente americano es el que está en los terrenos de la Academia. Es un árbol enorme, de tronco gris y hojas gruesas y ásperas. De las ramas gotea una resina que a trasluz parece un pendiente de vidrio. Dicen que se ve muy bien en las noches claras. Pero ya nadie se mete en la Academia después de que oscurece. Los pibes no lo harían si no fuese porque tocar el Árbol de Cristal atrae a la buena fortuna. La necesitan. Perdieron al Migue.

10

Dejan las bicicletas a la sombra y se acercan al Árbol de Cristal. De nuevo en el sol, plumas blancas, plumas grises, plumas pardas. Un caño cromado, un tramontina y una cadena. Antes de tocar el Árbol hacen un paneo del lugar.

—Vengan, putos —susurra Chapa.

Hay cardenales y zorzales. Es un veintiunode septiembre ideal. Los pibes tocan el Árbol, sienten su temperatura. Caen algunas hojas. Los pibes escrutan las copas. Pasan dos cotorras volando.

11

Vuelven a las bicicletas. Leo va adelante. A él le caen primero.

—¡Vucetich! ¡Putos de mierda! —grita Chapa.

Los internos de la Academia se arrojan desde los árboles. Traen el pelo al ras y equipos de gimnasia azules. Leo está en el piso en un embudo de patadas. Yoni revolea su cadena, tratando de dispersar el enjambre de cadetes. Le pegan en un ojo. El tramontina de Chapa ya tiene sangre.

12

Los pibes escapan. A pie. Cruzan Centenario todos magullados. Los Vucetich no tienen permitido salir de la Academia. Los pibes se acercan al grueso de la juventud que festeja en Pereyra. Hay muchas motos y poco lugar para sentarse. La música es fuerte y también el olor a chorizo. Chicas y sol. Chicos y humo. Chapa roba una botella de plástico con vino tinto y gaseosa de naranja a un grupo de chicas de un colegio privado. Todas tienen la chomba del instituto. Chapa rodea a una de ellas por la cintura con un brazo mientras que con el otro le pone el pico de la botella en la boca. Ella le escupe la cara. Chapa le levanta la chomba, se agacha y se limpia la cara. Cuando se para se marea. Son demasiados, hay demasiado de todo, salvo espacio. Es un recital sin escenario. Grupos enteros se detienen y fijan la vista en una u otra dirección. Desde algún lado tiene que llegar la primavera. Leo debió girar en algún momento porque está otra vez en Centenario. Él es el que peor quedó. Agarra una bicicleta sin que nadie le diga nada. Pedalea unos metros y se cae. No escucha cómo se ríen de él.

13

Yoni no encuentra a los demás. Tiene sangre y humo en la vista. Cree ver un par de remeras verdes juntas, que se mueven. Los sigue. Choca, pega hombrazos. Nadie se le planta. El sol está alto y los límites del parque se borran con la multitud. Yoni levanta la cadena, la hace girar. De a poco, a los golpes, abre un círculo entre la gente. Ya no ve remeras verdes. Alguien le tira una piedra y le pega en el hombro. La cadena sigue girando. Yoni se fija en una remera blanca con una virgen estampada. La lleva una chica con el pelo rosa en degradé hacia rubio. Parece una calcomanía con holograma. Yoni va hacia ella y con él se mueve el círculo que lo rodea. Olvidó cómo caminar: avanza con la trompa y sus pies lo siguen a la fuerza. La cadena se enreda en el cuello de la chica con la remera de la virgen. Yoni siente el tirón, el roce con la piel, la quemadura que le provoca. La presión en la traquea. El círculo se rompe. Son muchos y él ya está en el piso. Vuelan las plumas pardas. No hay más humo. Sí el gusto a óxido de la sangre. Y el olor: tierra, pasto, vino, gaseosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario