Hay veces en los que la belleza y la inteligencia se conjugan en una misma persona. Son Cosas de la naturaleza que hay que agradecer. Fernanda Nicolini, cuya belleza muestra la foto y para comprobar su sagacidad e inteligencia hay que leer algunas de sus notas en Llegás o Crítica o una reciente en Clarín, tiene varias ocupaciones que se concentran en la escritura: periodista y escritora. Hace un tiempo salió una gran novela , hecha a cuatro manos con Mercedes Halfon, llamada Te pido un taxi. Un texto que, más allá de sus méritos literarios, que son muchos, viene a confrontar con dos ideas pegajosas y falaces: de que las minas escriben novelitas rosas y que no se puede sacar un texto bueno en colaboración. Bueno, ahí está la novela. Fijensé que las intervenciones de esta mujer, que también mantiene un blog: Autobombo, buscan derribar lugares comunes.
Pero no la hagamos más larga. Ella está acá para respondernos unas preguntitas. Un placer. No todos los días se recibe una mujer como ella.
Hoy responde: FernandaNicolini
1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?
Uno de lectura viejísimo que usó mi abuela para enseñarme a leer cuando tenía cinco años, de esos que decían “mi mamá me mima”. Mi abuela era maestra y me cuidaba durante el día y se ve que me adoptó como alumna para no aburrirse (después yo me aburrí en primer grado). Pero si pienso en algún libro de mi vida “autónoma” como lectora es Mujercitas, de Luisa May Alcott. Yo quería ser Joe, el personaje que se cortaba el pelo como varón y soñaba con ser escritora. Ah, y también David Copperfield, de Charles Dickens. Los leía una y otra vez y ya sabía en qué partes iba a llorar.
2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
No tengo recuerdo de comprar libros sino de tomarlos prestados de las bibliotecas de mis amigos, incluso de la pequeña biblioteca de mis padres en la que había bastante literatura berreta como Sidney Sheldon: un escritor de best sellers que siempre armaba historias de actrices pobres que trepaban en Hollywood acostándose con productores y terminaban convertidas en estrellas fatales. Eran historias fascinantes, había sexo (¡era como ver una película prohibida para menores de 13!) y la trama era un relojito perfecto: no es fácil hacer un best seller, no hay dudas. Después, cuando tuve plata que gané trabajando –a los 16 años- me fui a lo que yo creía que era la “buena literatura” y me compré La Hojarasca, de García Márquez (pero por un tiempo extrañé a las rubias pérfidas de Sidney).
3-¿Cuál fue el primer libro que robaste? :
En realidad, todos los que yo decía que tomaba prestados, no eran tan prestados. El primero que robé fue una antología de poesía española en tapa dura azul que traía poemas de Cernuda, García Lorca, Hernández. Era de la hermana de una de mis mejores amigas y me lo llevé silbando bajito mientras ella hacía las tostadas. También robé De qué hablamos cuando hablamos de amor y Tadeys, de Lamborghini –no entendí nada- a los 15 años más o menos, de la casa de un amigo, de la que me fui llevando varios, hasta que un día me dijo “¿me devolvés los libros que te llevaste?”. Ahí me encariñé con ese dicho que dice “los libros no se prestan ni se devuelven (se trafican a espaldas de sus dueños)”.
4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?
Me encantaría ser original en la respuesta pero no: Cortázar. Un día, cuando tenía unos doce o trece años, una compañera de colegio llevó uno de los tomos de los cuentos completos que editó Alfaguara. Era un libro gordo, pesadísimo. Durante el recreo se lo pedí y me puse a leer La noche boca arriba. Y no pude parar: me escondí detrás de unas sillas que estaban apiladas en el aula y me quedé leyendo toda la mañana, no podía creer que fueran tan maravillosos. Y a partir de ahí empecé a leer lo que fuera, en ediciones baratísimas . Quiroga, Bioy, Casares, Kafka… Ah, en la adolescencia también descubrí a Pizarnik, claro, perfecta para regodearme en la melancolía existencial de esa edad. De algún modo, desde ella llegué a la poesía de los noventa mucho tiempo después (Fabián Casas, Martín Gambarotta, Laura Witnner, Cecilia Pavón).
5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?
Ganas de decir algo y tiempo.
6-¿Qué fue lo primero que escribiste?:
Un poema para un concurso del colegio. Era un poema muy trágico, casi existencial, que se llamaba El tiempo (es el único de mis poemas que me sé de memoria) y que empezaba: “Atada a él mi vida gira/y su pasar sin descanso/ enloquece mi mente/ al querer controlarlo”. ¡Era con rima! El director de la escuela lo colgó en la sala de maestros, creo como una advertencia del estilo “cuidado que en séptimo grado hay una nena que anda con pensamientos raros”.
7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Sacando los concursos del colegio a los que me presentaba siempre (una vez me gané un libro de Bendetti), a los 18 armé un librito artesanal de poemas en computadora y con tapas de hojas canson. Eran poemas horribles. Pero hace poco alguien me dijo que encontró ese librito en la biblioteca de Pedro, que había sido mi jefe en el estudio jurídico en el que trabajaba de secretaria, y me dio cierta ternura saber que ese libro existía en algún lado. (espero que nadie más lo tenga)
8-¿Qué estás escribiendo en este momento?:
Estoy escribiendo algunos cuentos y una suerte de novela corta que retomo cada tanto, a veces ese tanto es tan largo que hasta cambia mi manera de escribir. Para cuando la termine seguramente ya no me guste.
9-Un libro imperdible
El primero, cualquiera que sea.
10-Una definición de escritor
Alguien que se anima a contar algo con palabras y que, para eso, lee más de lo que escribe.
Gracias, Fernanda
No hay comentarios:
Publicar un comentario