Maira

Por Walter Lezcano
La escuela me queda lejos de casa. Eso lo sé ahora. Antes de tomarla me habían dicho que quedaba en Claypole. Lo cual era cierto. Así que la tomé sin dudarlo, pensando con alegría que estaría en un toque, veinte, treinta minutos como mucho. No sabía que para llegar iba a tener que tomarme dos colectivos y madrugar. Dos cosas que cada vez me gustan menos.

Me levanto a la seis de la mañana, porque el horario de entrada es a las 7:45. ¿Es posible aprender algo a ese horario indecente? Desayuno un té con leche con lo que haya (galletitas, pan o nada), le doy un beso a Patri y salgo hecho un zombie para la parada. Me tomo el 271, que por algún milagro de los dioses pasa siempre a horario. Le pone treinta minutos hasta la estación de Burzaco, en ese tiempo hago el intento de pensar en la clase que preparé el día anterior, o por ahí agarro la novela de Gonzalo Garcés, Los impacientes, que tengo en el bolso con al intención de hojearlo, releer lo que subrayé, pero me resulta imposible concentrarme en algo. De la estación me tomo otro. El 510. El único colectivo que se mete en barrio donde está inmersa la escuela. Viajo siempre con el mismo chofer, un tipo inconmovible que cada tanto se manda una puteada por lo bajo.

1 comentario:

  1. El 510 que va para Barrio Ester???? Ese era mi bondi!!!! qué grande la catramina!
    Bueno lo tuyo, Walter.
    Saludos.

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