Por Sebastián Planes
. La vi en una mesa de saldos del Aleph, la única librería de Solano. No conocía al texto ni al autor. Pero me la compré por la tapa. Una pareja abrazada, desnudos, en el fondo del mar. Una bella imagen que no distinguía si era una foto o un a pintura. No importaba. Lo tomé y le pagué los cinco pesos a la cajera y salí contento. Por una vez en mi vida había hecho un buen negocio.
.La novela había ganado un premio importante, el Biblioteca Breve de Seix Barral. Pensé que eso no asegura nada más que hay unas personas a las que les gustó la novela. La abrí como cualquier otra, sin ninguna expectativa pero con la esperanza de que me guste.
. Tres grandes capítulos en donde cada uno centra su atención en un día en la vida los tres protagonistas de la novela: primero el de Keller (un estudiante de filosofía), luego Mila (una periodista) y después Boris (un músico). Esos nombres dicen algo de lo que uno va a encontrar en el texto. No les puso, por ejemplo, Pablo, María y José. Me refiero a que ahí se muestra una estratificación social.
. Novela sobre la juventud, hablo de pibes de veinte años. Mejor dicho, sobre un tipo de juventud: esa que no sufre de problemas económicos, sino existenciales, metafísicos. También sobre Buenos Aires. Mejor dicho, sobre Capital Federal.
. Transcurre a fines de los noventa, pero recorre toda la década. El paso, o la existencia misma, del tiempo es un tema crucial que se intenta entender. Y creo que esa década, pienso en el grunge, fue sensible a la idea de que los jóvenes se las tenían que arreglar solos contra la mierda del mundo. Por eso me parece un acierto que en la novela no aparezca ningún adulto. Ellos eran el enemigo. De todas maneras los personajes intentan dar batalla contra esto, a la realidad. La historia se centra en esa pelea y deja para el lector el tema de los resultados.
. Hay un juego con los narradores que me resulta atractivo. No es de lectura fácil, y eso me resultó interesante. Pasa de la primera a la tercera persona, a veces caprichosamente, que no siempre es la mejor manera de relatar. Sin embargo es esa búsqueda la que me atrae.
.La prosa del texto es profusa, como un torrente incontenible. Por momentos se me hacía poética, por el ritmo, lo que produce que la lectura fluya y las páginas corran sin mirar el reloj. Eso estuvo bueno. Tal vez, por hablar de momentos que interrumpen la corrida de oraciones, hay un exceso de signos de admiración.
.La novela me gustó mucho. Por momentos, me enojaba con los personajes porque me resultaban unos nenitos ricos con tristeza, pero luego se observaba una conciencia del su lugar en el mundo, ya que racionalizan todo, que me reconciliaba con ellos.
.Se la regalé a mi hermano pero no le gustó. Dice que no sucede nada. Algo de eso tiene la novela. A veces pasa, lo que consideramos virtudes es visto como defectos por los demás.
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