Salinui Chueok en Rafael Castillo


by Walter Lezcano


1

Ella siempre andaba hablando sola. O con la mano en la oreja sosteniendo un celular imaginario, largando palabras, gesticulando. Vestida como si no le importase la moda. Su único arreglo era una trenza gruesa y marrón como un tronco en el medio de la espalda. No aparentaba tener más años que yo, treinta y dos recién cumplidos, pero se le notaba la piel más curtida, con mucho viento y tierra encima.
Siempre me la cruzaba al mediodía, por San Martín, a la altura de las vías abandonadas, cuando yo iba a tomar el 514 en Donato. El lunes pasado me enteré por Patri que había aparecido muerta cerca de casa.

—¿Cuándo pasó?— le pregunté.
—No sé. El sábado a la noche dicen que había policías a full.
—¿Dónde fue?
—En el campito, ahí donde arman la feria.

Me lo dijo mientras cenábamos. Después vimos el capítulo final de Six Feet Under y no tuve que hablar de otra cosa más que de los Fisher. Pero yo sentía que en mi cabeza se había metido esa reciénmuerta, y me acordé que Ella nunca me había dedicado una sola mirada.

Esa noche no pude dormir. Me levantaba a cada rato, agarraba un libro, iba al baño y me sentaba a leer en el inodoro. Dejaba el libro y prendía la computadora. Cuando sonó el despertador, 5:50 AM, estaba que me desmayaba.

2
Esa tarde. Cuando volví a casa lo encontré a Tony, el que me alquila donde vivo:
—¿Te enteraste de la chica que encontraron…— no le alcancé a terminar de preguntarle.
—Ah, sí, la loca, sí. Pobre. Solita siempre. ¿Qué querés vos también? Donde estaban los papás, ¿me querés decir? Y viste lo que es esa parte de las vías a la noche. No hay UNA PUTA LUZ. Son dos cuadras que no ves una mierda. Boca de lobo, Negro. Y a esa nena no la cuidaba nadie. El otro día casi le roban la moto a Facu— su hijo— acá la vuelta, donde tampoco hay luz. Así que por favor, cuidate a la noche, vos que venís a cualquier hora de los colegios, cui-da-te, ¿si?

3
—¿Cerraste bien la puerta?— le empecé a decir a Patri a la noche.
—Sí, ya me preguntaste, amor.
—Ah, perdón.
—¿Te pasa algo?

Entonces cerraba los ojos y nada, el sueño no llegaba nunca. Era porque mi cabecita loca me tiraba imágenes: Ella muerta en el campito. Y surgían caras de la oscuridad, caras que no recordaba haber visto. Abrí los ojos. Quería un poco de realidad, deseaba estar en este mundo, con Patri durmiendo, las hornallas de la cocina prendidas por el frío, todo con llave. Me levanté y vi que la luz de la puerta de entrada estaba apagada. Toqué el interruptor varias veces y no pasó nada. La desperté a Patri, creo que eran las tres de la madrugada, para que me dijera si sabía algo de eso, y me mandó a la mierda.

4
En los colegios no rendía como antes. Tenía movimientos lentos y la lucidez mental de un zombie. Así que sólo daba cuestionarios para que los resolvieran con el manual. Los chicos se daban cuenta que no era el mismo. Una nena de un primero se acercó a mi escritorio:

—Profe, ¿por qué no hace chistes?
—¿Qué?
—Ustéd siempre está bueno y hoy ni se ríe.
—¿Terminaste las preguntas, Karina?
—¿Vio? A usté le pasa algo.

A la tardecita lo encontré a Tony, estaba haciendo un pastón:
—¿Supiste que robaron a la vieja de la esquina?
—No.
—¿Sabés cómo la dejaron? La golpearon, la cortaron toda, ni te imaginás. ¿Qué carajo pasa, loco?
—¿Con qué?
—Con estos hijos de puta que no respetan nada.
—No tengo idea.
—Porque si vos me decís, que, bueno, tampoco quiero decir que…nada, que Dios me perdone, pero hay gente que no tendría que estar entre nosotros. Antes, hace unos días nomás, en el noticiero veías que todas estas cosas pasaban por Laferrere, Rafael Castillo, esos lugares. Ahora se están viniendo para acá. Y no nos va a salvar nadie, eh.

Abrí la puerta de casa y me acordé que yo viví un tiempo en Rafael Castillo y que cuando recién llegué a Solano me parecía un lugar horrible y peligroso. Me llevó un tiempo adaptarme, sacarme del bocho esa sensación de riesgo inminente. Ahora parecía que estaba volviendo...


...Sigue en TP...

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