Apuntes de lectura. Hoy : El desamparo y Piquito de oro de Gustavo Ferreyra



Barruntar. La utilización de este verbo puede darnos una clave de la utilización que hace de las palabras el autor en El desamparo, y nos sirve también para ver de que manera se representa en ella la realidad: con una profundidad desoladora. Porque los personajes de Ferreyra barruntan en vez de pensar o reflexionar. Y lo hacen con una intensidad tal que pueden perderse en esa red de ideas abrasadoras que no tienen ningún fin más que mostrar que los seres humanos son desconocidos hasta para sus más íntimos familiares.

La historia que se cuenta es la de Marcos y Luis, médico urólogo el primero y antropólogo el segundo. Y de cómo cumplir con los mandatos sociales, terminar carreras universitarias prestigiosas, no alcanza para conseguir la felicidad o aunque sea una pequeña tranquilidad.

El derrotero de los protagonistas se relata en tres partes, desde que son estudiantes hasta que concluyen sus estudios y buscan estabilizarse dentro de una sociedad que se muestra fracturada a partir de la construcción de un muro que separa la ciudad. Una ciudad sin nombre pero que el lector puede asociar con la Capital Federal.

En su paso por la facultad, Marcos vende vómitos a un laboratorio para mantenerse y descubre a un grupo selecto de alumnos que junto a un docente excéntrico se juntan a practicar la antropofagia, comen pedazos de carne humana que son asados en una pequeña parrilla, como método de profundización de conocimiento del cuerpo humano. La lectura de esas páginas es de una contundencia arrolladora y producen una sensación muy vívida de espanto y nauseas. Ferreyra ha declarado que se divierte horrores y se ríe mucho mientras escribe. Nada de eso ocurre cundo uno va pasando las páginas de esos acontecimientos. Mientras tanto Luis intenta abandonar la casa donde vive por razones que no explican. Estos hechos los muestran a los personajes incómodos con la situación que les toca vivir. Estado que se mantendrá durante todo el texto. Y esta insatisfacción se mantiene cuando Marcos se casa con Alejandra y tienen una hija a la que considera fea y, cuando ingresa a un jardín donde no logra adaptarse, retrasada.

La novela plasma con crudeza las miserias de estos personajes ensimismados (les cuesta relacionarse con los demás), desamparados(cerca del final de la novela encontramos a Luis trabajando en una empresa de construcción y a Marcos dejando un hospital), paranoicos (dudan de las intenciones de todos los que lo rodean) y obsesionados por el sexo (piensan en él hasta en las situaciones más desiertas de erotismo), que no encuentran la manera de encajar dentro de los moldes establecidos de la sociedad.

Esta novela, la segunda del autor, fue editada en el año 1999 por Sudamericana y pasó absolutamente desapercibida para todos, público y crítica. Lo que nos lleva directamente a la última novela de Ferreyra.


Piquito de oro ha sido señalada por varios medios, merecido galardón, como una de las novelas del año que pasó. Aquí la se cuentan en paralelo dos historias, la del piquito de oro que menciona el título y la de una familia al que le asesinaron al padre médico, a metros de su casa.

Este texto está marcado a fuego temporalmente, cinco meses posteriores al derrumbe del dos mil uno. Del cinco de mayo al veinte de septiembre del dos mil dos. Datos que el mismo escrito muestra desde su entrada en la página a modo de diario personal.

Los relatos no se cruzan en ningún momento, pero transitan en un mismo espacio territorial que las hermana desde el aspecto político e idiosincrático. Son personajes de clase media que armaron su vida en un país llamado argentina y que no pueden escapar de esa condición.

La historia de la familia maneja la tercera persona para ser contada, mientras que la primera persona utilizada por Piquito de oro, un hombre joven al que nunca le descubrimos el nombre mantenido por una señora mayor que él, es de una destreza y un ritmo ejemplar. Vamos descubriendo cada uno de sus poderosos pensamientos y desvaríos delirantes a lo largo de la novela.

Y nuevamente estamos en presencia de la desintegración de un modelo social e íntimo que no puede hallar asidero en ninguno de los protagonistas de la novela. La familia es una condena y la vida en pareja descubre un ocultamiento de los verdaderos intereses de los que duermen juntos cada noche como si se conocieran. Nuevamente Ferreyra viene a traer noticias devastadoras sobre el modo en que se relacionan las personas. Y, de paso, muestra de qué manera lo social, esa incursión política de su prosa, afecta a todos los seres que habitan sus maravillosos y deslumbrantes textos.

Walter Lezcano

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