Hablan los que escriben. Hoy responde: Félix Bruzzone





Las últimas vacaciones nos fuimos a Córdoba. El plan era dar vueltas por toda la provincia. Una semana antes de despegar, mi novia estaba muy preocupada por la ropa que iba a llevar. Yo pensaba en los libros. Viajábamos en tren. Así que íbamos a estar muchas horas sentados. Y como a mí el paisaje que corre por la ventana no me produce más que un gran bostezo, pensaba que era importante tener un buen texto en las manos para no aburrirme. Ya había comprado El discurso vacío de Mario Levrero, pero como era un libro corto, tiene 144 páginas, sabía que tenía que llevar otro para no sufrir esa ansiedad que me rapta el ánimo cuando pasa el día y no leí nada.
Tres días antes de rajar de Buenos Aires, estaba terminando la primera quincena de febrero, voy a la casa de un amigo para que me preste una mochila grande y la carpa. Ese iba a ser nuestro hostel. Hablamos de todo, de nada. Él recién volvía del norte: Salta, Jujuy, Bolivia. Volvió hecho un hippie. Barba, morral, porro. Se le pasó al tiempo, pero en ese momento estaba cargado de la mística de esos lugares. Cuando me estoy por ir me dice que espere que tenía algo que me iba a encantar. Vuelve con un libro en la mano. Me dice:
-Tomá, está tremendo.- Me lo alcanza- Después contáme.
Miro la tapa.

Qué grosa. La poderosa imagen me atrapó durante un buen rato. Hasta que reparé en el nombre del autor. Félix Bruzzone. Y en el título: Los topos. No la conocía. Me volví a casa contento por que ahora sí iba con todo lo necesario.

En el bondi vi la solapa y estaba la foto del autor y abajo contaba que era su primera novela. Luego leí el epígrafe: "encontrarte en algún lugar/aunque estemos distantes/ tantos odios para curar/ tanto amor descartable. Federico Moura. Una búsqueda con Virus de fondo. Me gustaba.

No quise seguir leyendo porque quería guardarlo para el viaje. Me costó. Finalmente abordamos el tren y le pude entrar. Me surgían muchas sensaciones mientras pasaba las páginas . Mientras las oraciones iban develando una historia increíble y verosímil y, sobre todo, de una belleza devastadora. La delicada prosa del texto, el extrañamiento que se hace de un tema que se decía gastado: los desaparecidos, y la cantidad de puntos oscuros que dejan al lector perplejo y lo obligan a laburar, a buscar explicaciones más allá del momento de cerrar el libro. Los topos se queda con vos mucho tiempo.

Cuando regresamos de las vacaciones busqué en internet datos de Bruzzone y ví que había muchas críticas que estaban a la altura del libro. Además supe que había escrito otro y estaba dando vueltas, en este caso de cuentos.


En Solano no estaba, no me extrañó. Lo busqué infatigablemente. Hasta que fui a una charla de editoriales independientes en la Biblioteca nacional y lo conseguí. Había pasado siete meses desde que había preguntado por todo zona Sur si tenían 76. Él mismo me lo regaló. Y otra vez el hechizo de un narrador mostrando que no hay nada que no se pueda decir de nuevo, de una manera más contundente y arriesgada, abriendo nuevos caminos a los que vienen atrás, los que quieren escribir bien y que eso valga la pena ser leído y quede guardado en algún rincón de nuestra memoria.

Hoy responde: Félix Bruzzone

1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

“Tu nombre en clave es Jonás”, un libro de la colección “Elige tu propia aventura”. Si bien la colección llevaba a leer el libro muchas veces (para los que no la conocen: las historias tenían una introducción de uno o dos capítulos y después el lector iba eligiendo por dónde seguir según las opciones que se le daban después de cada acción), lo releí muchísimo. El protagonista era un tipo al que mandaban a investigar sobre el lenguaje de las ballenas. Una especie de espía, además. Estaba bueno porque en el libro había un gran secreto (más allá de la historia de espionaje en sí misma) que nunca llegaba a develarse: que era el secreto del lenguaje de las ballenas. Entonces yo trataba de encontrar, en cada relectura, algo relacionado, aunque fuera mínimo, a ese lenguaje secreto que era el motor de la acción. Por supuesto que no había nada de eso, ninguna revelación ni clave cabalística, pero para mí sí lo había y lo busqué bastante tiempo. Después el libro se lo regalé, junto con otros que tenía de la misma colección, a mis primos; y el secreto se fue para siempre.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?
No me acuerdo bien, pero creo que “El corsario negro”, de Salgari, en una versión reducida y con muchas ilustraciones. O quizá fue “La isla del tesoro”, de Stevenson. Uno me lo regalaron y el otro lo fui a comprar por mi cuenta porque me había quedado enganchado con las historias de piratas (que en esa época, fines de los 80’, se veían casi todos los sábados en “Sábados de súper acción”, por el 11).

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?

“La huída”, también de la colección “Elige tu propia aventura”. Era de mi prima, me dijo que era muy bueno y entonces cuando se descuidó se lo robé. No lo leí mucho, igual, porque no me pareció nada bueno. Aunque en realidad, creo que no me pareció bueno porque mi prima había dicho que sí lo era.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

“Crónicas marcianas”, de Bradbury. Tanto que a veces lo hojeo.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

Depende, pero casi siempre necesito concentrarme. Tener una expectativa de dos o tres horas en las que sé que nada ni nadie va a interrumpirme. Es por eso que trato de levantarme temprano y escribir el rato antes de salir a trabajar.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?
Una historia de aventuras, con túneles por debajo de la zona de Puente Pacífico, con linyeras buchones y policías que eran mezcla de policías y militares: todos se concentraban en el Regimiento de Granaderos. Me acuerdo que había unos papeles, o unas cartas, que alguien tenía que llevar a algún lugar. Fue en séptimo grado; o sea que yo tenía 12 años.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?
Unos cuentos que fotodupliqué y abroché, en formato librito de bolsillo, y que repartí durante varios meses (año 98’) en el subte, a voluntad. Por suerte los publiqué con seudónimo.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?
Estoy corrigiendo una novela de pileteros (tipos que limpian piletas, como yo), y tengo algunas ideas para un libro futuro. Hay algo escrito, ya, pero todavía tiene que decantar un poco. Soy muy lento.

9-Un libro imperdible
No sabría por dónde empezar. En principio, todos los que recuerdo haber leído. Pero eso es difícil de precisar, porque siempre va a venir alguien a decirte algo que te hace acordar de un libro y entonces ese libro, en el momento de recordarlo (aunque haya estado olvidado) pasa a ser imperdible, si no por qué se lo recuerda. Todos los que leí, podría decirte, son en parte imperdibles. Aún los que no leí completos. Creo que hay que tener ideas muy firmes para poder decidir sobre una cuestión así. Hace poco, por ejemplo, leí parte de un libro de Fabio Zerpa sobre vidas anteriores. Me partió la cabeza. Es un libro de divulgación, en cierta forma, por cómo trata el tema. Y tiene unos diálogos surgidos bajo hipnosis que son imperdibles. Están muy bien escritos (parecen sacados de una novela de Puig, autor imperdible, también) y te llevan de sobresalto en sobresalto, una revelación más potente que la otra. Se nota que son ficción, o que el tipo los armó en función de varias sesiones para crear ese efecto de potencia argumental que obtiene al final de cada uno de ellos. Pero eso mismo es lo que los hace imperdibles. En medio de toda la pretensión de verdad te mete un flor de diálogo inventado que es encima la evidencia de toda la argumentación. Después quizá uno se sienta a pensar un poco y encuentra inconsistencias. ¡Pero quién te quita lo bailado!

Gracias, Félix

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