Diario de BAILANTA. Segunda entrega


Las posibilidades nunca son tantas. Por eso es importante dar en el blanco. Me traspira la nuca y me pongo muy nervioso cuando debo elegir y jalar del gatillo con tan pocas balas en el cargador. Para decirlo claro: una reverenda cagada. Pero es también un filo que a uno le gusta sentir, para qué negarlo.
Descartamos la posibilidad de encuadernar BAILANTA con afiches de boliches de cumbia por dos razones. Una: no pudimos conseguirlos gratis. Dos: me cuentan que ya lo hizo Cucurto y otros más. Cuestiones de peso para dar un volantazo y buscar nuevas tapas que tengan contundencia e identidad, que representen de alguna manera lo que se van a encontrar cuando abran el libro.
Decidimos con Patri, Matías sigue de vacaciones, usar algún color vivo, estridente, gritón. Que tenga una presencia destacada en cualquier lugar donde ponga sus hojas. En eso estamos, buscando, explorando. De eso se trata la vida, no dar nada por sentado, prueba y error y dar pasos en lugares oscuros, desconocidos. E intentar sacar el libro más hermoso posible. Por dentro, por fuera y por los costados.
Ahí vamos.

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