
El lunes nos juntamos con Matías en una pizería a la que iba cuando salía del profesorado. Queda en Solano, a unas cuadras del centro comercial y tiene la cerveza bien barata. La excusa era festejar que Bailanta estaba completa y guardada en las fastuosas oficinas de la editorial.

De paso le devolví unos libros que me había prestado. Y no sé, de golpe tuve la agradable sensación de que otra cosa tremenda estaba sucediendo. Porque otra de las grandes pasiones de mi vida es la amistad. Y creo que algo de eso se estaba forjando.
Está bueno sentarse enfrente a una persona que admirás.

Esa misma noche, creo que eran las once o más, me puse a buscarle una buena letra. La encontramos tipo dos o tres y media, el tiempo cuando unos hace lo que le gusta se mide de otra manera, ¿no?

Esa misma noche, creo que eran las once o más, me puse a buscarle una buena letra. La encontramos tipo dos o tres y media, el tiempo cuando unos hace lo que le gusta se mide de otra manera, ¿no?
Así que en esa seguimos. Trabajando en lo que nos gusta sin ganar un mango y tratando de hacer cosas interesantes y deslumbrantes como traer al mundo algo que antes no estaba. Es la maravilla de la creación. Digo, este libro se la banca y uno quiere estar a la altura de las consecuencias.
De las circunstancias, no de las consecuencias, macho. Ojalá las consecuencias no esté a la altura de las putas circunstancias, sino mucho más arriba o abajo. Nunca, jamás, igual.
ResponderEliminarTenés razón, loco! Como siempre. Gracias por dar cuenta de esos detalles, hablan de un lector atento e inteligente como siempre demostrás ser, capo.
ResponderEliminarAbrazo grande,
Walter