Sobre el viaje


Misoginia Latina, de Joaquín Linne (Editorial Funesiana)
Por Hernán Vanoli

Devoré Misoginia Latina de un tirón, mientras mi novia leía una novela de Levrero. Tirados en la cama, los dos nos reíamos alternadamente. Supongo que parecíamos una versión socialdemócrata, sobrealimentada y mixta de Beavis y Butthead.

Para los que no lo saben, el libro surge de un blog. Son las crónicas de un largo viaje por Latinoamérica de mi amigo Joaquín Linne. Su encuadernación, con tapas forradas en tela camuflada, es hermosa. Cuando me puse a releerlo en un micro de larga distancia, sentí que del libro emanaba una extraña forma de poder.

Conocí a Joaquín hace alrededor de diez años en un taller literario. Es mi amigo. ¿Importa que el hecho de conocerlo le haya agregado sensaciones a mi experiencia de lectura? Creo que no. El libro se sostiene por sí mismo. Conocer a Joaquín no le agrega mucho porque se trata de un libro verdadero. Esa verdad emerge en la escritura. En sus crónicas, Joaquín se desnuda y en ese movimiento, a través de ese espejo, pude verme yo, pude ver a muchos de mis amigos, compañeros y conocidos. Pude ver la experiencia de una generación contada con gracia, sinceridad, talento, dolor, humor y unas ganas de superación que sólo de a momentos nos caracteriza. Metiendo el dedo en la llaga, el libro de Joaquín puede mostrarnos lo mejor de nosotros mismos. Conozco pocos escritores que consigan eso.

En el libro, desfilan una serie de personajes que también somos todos. El europeo hastiado de la vida, el drogadicto new age, la chica racista pero con buenas intenciones, los artesanos trotamundos, los grupos que se agregan y desagregan en un laberinto de hostels, playas, tours, intercambios de objetos –un ipod, una mochila, cigarrillos-, noches vacías, cocaína, rocanrol, cine pirata, seducciones fallidas. El lubricante de estas relaciones sociales efímeras y en tránsito es el malentendido, y su sustancia el sinsentido. En el medio, entre el malentendido que se tolera y el sinsentido que se patea para adelante, está Joaquín, el más extranjero entre los extranjeros. Aquel que en base a reconocer sus miserias, puede señalarlas en los demás con cariño y elegancia...

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