por Walter Lezcano
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Las buenas ideas son la única salvación de los pobres. Solamente tenemos nuestro cuerpo y nuestra cabeza para salir adelante. Es decir, somos lo que hacemos. Eso ocurre en todos los ámbitos de la vida. Sin ir más lejos, la música. La falta de recursos económicos fue el motor de muchos movimientos estéticos y revoluciones sonoras (desde el punk hasta el indie low fi), que no cambiaron el mundo pero le cambiaron la vida a mucha gente. Si suena ingenuo, lo siento. El día que escuché Ramones, mi vida se partió en dos y muchas decisiones que tomé hubiesen sido radicalmente diferentes sin Blitzkrieg bop en mi conciencia.
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Y está más que claro que el Festipulenta, que ya va por su décima edición, fue una gran idea. Un festival cálido, intenso, de amigos. Un festival del palo y popular, sin ser demagógico. Y también, todo hay que decirlo, que recorre un camino paralelo a todos esos festivales llenos de luces y sponsoreado pero que no tienen nada de mística. No me jodan, que a un montón de bandas grandes de afuera y de adentro las auspicie una cerveza no significa ni ahí que tengan onda ni que hagan algo trascendente. En esos espacios el hecho artístico está dejado de lado para priorizar el figureo y la exposición mediática. En el Festipulenta no hay sección VIP, eso creo que ya dice todo, ¿no?
Por el Festipulenta han pasado las mejores bandas independientes de este momento histórico. La lista es extensa y exquisita. Y seguramente seguirá siendo así en los próximos, después de curar diez festivales los pibes ya tienen el paladar entrenado.
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Pero la buena noticia es que ahora salió el #comipulenta. Un eslabón más en esa escalera utópica hacia la felicidad que se dispara desde el universo de Cosas Pulentas (que incluye programa de radio que muchos sintonizamos los sábados de 13 a 15 por Nacional Rock, 93.7) Un compilado de 32 temas más bonus track en donde uno puede pasar por todas las emociones y todas las bandas que están haciendo algo más que atendible. No sé, por nombrar algunos: Reimon Starship y Los Venusinos, Olfa Meocorde, El Perrodiablo, Javi Punga. Todos están bien puestos. Es como escuchar el futuro. Y el recorte que se hizo en los discos serviría para delimitar una cartografía celestial de un campo indie o hacer un muestrario del territorio sonoro donde lo “nuevo” es lo que todos queremos escuchar, y nos lo sirven en bandeja.
Y toda selección es una intervención política. Eso se nota en el #comipulenta, ya que hay estéticas tan disímiles que todos van a sentirse comprendidos e incluídos en algo tan caprichoso y exclusivo como el gusto. Hay para todos en este comedor enorme y gratificante donde no se paga el cubierto. Lo que nos lleva a…
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