Por Walter Lezcano
*Esta novela salió en una colección de policiales llamada Negro absoluto. Primera rareza, este no es un policial puro, en el sentido más estricto del término (¿es un policial gastronómico?), sino que toma algunos elementos del género para encender el motor de la historia. Pero el autor lo que hace es llevar algunos tópicos a su propio terreno, hace que jueguen para él. No es un texto que respete el gusto de los puristas. Eso está bueno.
Segunda rareza: es, a pesar de lo que rece el nombre de la colección, una novela luminosa. Por el mundo que intenta retratar y por la alegría que transmite.
Segunda rareza: es, a pesar de lo que rece el nombre de la colección, una novela luminosa. Por el mundo que intenta retratar y por la alegría que transmite.
*La introducción de Juan Sasturain está de más.
*Ceviche, siempre se aprende algo, es una comida peruana a base de pescado. Título más que pertinente porque en él se conjugan algunos de los condimentos que despliega la novela. La comida como placer y modo de vida, y la exploración de todos los territorios en busca de los mejores platos. Esa inquietud voraz lleva al protagonista, Héctor El Sapo Vizcarra, a toparse con una muerte en un restorán peruano. Ahí El Sapo se calza el traje de detective e inicia la pesquisa, junto a un linyera, para descubrir al asesino.
*La novela intercala entre capítulos, entradas de un diario personal de El Sapo. Esas anotaciones intentan convertirse en la materia prima para la escritura de un buen policial. Son el trasfondo de un trabajo complejo como es la escritura de una buena novela.
* La acción transcurre en el Abasto y, mas específicamente, dentro del circuito delimitado de la comunidad peruana en Capital Federal. No sé si fue intencional hacerlo de una manera superficial, pero esos momentos en donde se intenta reflejar una comunidad extranjera a partir de lugares comunes, no están muy logrados.
*Hay muchas posibilidades a la hora de intentar mantener la tensión y capturar el interés del lector. Esta novela concentra toda su fuerza en el personaje principal y en el estilo que tiene el autor para contar: juguetón, desacartonado e inspirado.
Botón de muestra:
Es una burbuja rellena de carne y bañada por una pátina de sudor espeso que en otro mundo sería la delicia de algunos hedonistas sin culpa ni cura […]
Si su departamento es una pecera, El Sapo es un pez gordo.
Y también es un estilo muy seductor que sabe construir frases ocurrentes, algunas deslumbrantes, y que produce una gran felicidad de lectura. Uno se divierte leyendo este libro. Y, además, si uno escribe, siente envidia de poder haber dado con un personaje maravilloso como es El Sapo: un tipo desbordante en su peso y delicado con todo lo que se lleva a la boca, aunque sea muchísimo.
*En la trama policial la novela no encuentra su fuerza, muchas veces pierde contundencia en el suspenso leve que carga en la búsqueda del supuesto asesino. Pero uno sigue adelante porque se interesa por lo que El Sapo hará, cuál será su próximo movimiento.
*El Sapo me hizo acordar a otro personaje maravilloso: Ignatius Reilly, el glorioso protagonista de esa obra maestra llamada La conjura de los necios.
*Creo que el verdadero misterio que se intenta revelar a lo largo de todo el texto es el de cómo construir una buena novela policial. Cuáles son los cimientos sólidos a los que hay que atender y como, a partir de ahí, edificar.
Como todo buen texto lanza una hipótesis sin asegurar nada, poniéndole unos cuantos interrogantes en la cabeza del lector. Uno podría ser si es posible la escritura de policiales en un país llamado Argentina a mediados del 2010, sin una fuerte escuela de antecesores en el género y con una problemática coyuntural marcada por la corrupción y la violencia.
La apuesta de esta novela es esa: mostrar un camino posible.
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